(Resumido libremente por – HJA)
Héctor Aburto Cristi & Manuel Gutiérrez González (1999) |
Dedicado a mis padres, Aramis Cristi González y Alejandro Aburto Cifuentes. Dedicado a mi abuelo, Manuel González Espinoza |
“Todos los sueños son imposibles, hasta que se cumplen”
INDICE
Introducción |
I PARTE |
Capítulo I: Período Prefundacional. |
Capítulo II: Coronel desde su fundación a 1900. |
II PARTE |
Capítulo III: Coronel en el siglo XX. |
Capítulo IV: El principio del fin. |
Bibliografía |
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I “PERIODO PRE-FUNDACIONAL”
TERRITORIO Y PRIMERA POBLACION
La ciudad de Coronel se encuentra ubicada en una plataforma arenosa que va desde la desembocadura del río Bío-Bío hasta la bahía del golfo de Arauco. Esta se ensancha ocupando un antiguo golfo en las faldas de la cordillera de Nahuelbuta, formando una amplia explanada rodeada de unos pequeños cerros aislados y regada por varios pequeños esteros. Característico de esta zona es su paisaje llano en su interior, ocupado por algunas lagunillas,y su costa montuosa que abriga la bahía de Coronel , dejando una delgada y extensa playa .
A la llegada de los españoles, este paisaje era característico en casi toda la provincia de Arauco. Grandes llanuras cenagosas cercadas por altas montañas. La vegetación y los bosques cubrían gran parte del terreno llegando hasta muy cerca de la costa. A su vez la actual playa era menos extensa que hoy en día.
Como todo territorio al sur del Bìobìo, esta zona se encontraba poblada por mapuches. Los españoles denominaron “Arauco”, a todo el territorio costero al sur del mencionado río y a sus pobladores, “araucanos”. Esta región fue la primera en ser reconocida y explorada por los conquistadores ya que se apreciaba una alta densidad de población, que podrían utilizar en las faenas del lavado de oro.
La cercanía que estos indígenas costeros tenían con el mar, los diferención en cierta medida de sus iguales, allende la cordillera, en su manejo de algunas técnicas navieras que aprovecharon en sus terrenos lacustres y hasta posiblemente en expediciones más importantes (Isla Santa María). Además, dentro de su dieta alimenticia, se reconocen una gran variedad de productos marinos, tanto algas como moluscos.
La población indígena de la bahía de Coronel, se encontraba encuadrada dentro de la zona guerrera llamado Butanmapu de la costa. Realizando algunos análisis sobre la población en esta zona, es muy probable que previo a la llegada de los españoles, viviera en esta región la mitad de la población mapuche, debido a la gran riqueza que ofrecía la tierra, y por la descripción que hacen los españoles de esta zona. Además la densidad de tribus estaba equitativamente repartida en las faldas occidental y oriental de la cordillera de Nahuelbuta. Este Butanmapu estaba compuesto por seis aillaregues que se distribuían por la costa, desde la rivera sur del Bìobìo y la rivera norte del Toltèn. Desde el primer río hasta el actual sitio de la ciudad de Arauco correspondía al Aillaregue de Marihueñu, el más extenso de todos. Aquí convivían alrededor de doce tribus, ocupando cada una un valle o explanada. Si confiamos en la toponimia actual, basada en un lejano término indígena, la costa e interior de la bahía de Coronel correspondía a la tribu (o levo) de Pailahuenu. Sobre la composición de la población de un levo mapuche, algunos estudiosos la han calculado entre dos mil y cuatro mil almas, esto debido, al cálculo que se obtendría al proyectar la familia mapuche y su reunión en un cajuil, y a su vez, estos en un levo. Este cálculo sólo nos debe dar una lejana o cercana aproximación, para evitar el engaño que podríamos sufrir, a la descripción de algún cronista.
La vida en este sector del territorio, debía haber sido bastante cómoda desde el punto de vista territorial, ya que, el terreno ofrecía grandes extensiones para la cría de los animales, y buenas aguadas para la subsistencia humana. Grandes bosques debieron guarecer esta costa, y la madera obtenida podría haber satisfecho el consumo de sus moradores. También los recursos marinos debieron complementar buena parte de la dieta alimenticia.
En resumen, podemos señalar, la importancia poblacional que debió haber tenido la bahía de Coronel – previo a la llegada de los españoles – en comparación a territorios vecinos, y el contraste que ocurre al describir su evolución durante la colonia hasta casi desaparecer por completo.
DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA 1550-1603
Mientras la conquista de Chile cumplía diez años, la zona al sur del Bío-Bío no había sido explorada aún. Sólo en 1550, la fundación de Concepción por Pedro de Valdivia, iniciaría la conquista del sur del país. Mientras se construía la ciudad, el gobernador despachó una serie de expediciones, en la región, con objeto de lograr reconocer la población indígena, para su posterior repartición en encomiendas, asignándolas a sus más cercanos colaboradores. Una de estas, al mando de Jerónimo de Alderete y Pedro de Villagra, cruzaron el Bío-Bío a la altura de la actual San Pedro y recorrieron junto a la costa, hasta la zona de Tucapel.. Su reconocimiento duró hasta noviembre de 1550, trayendo buenas impresiones de una zona muy rica y muy poblada. Estos fueron los primeros españoles que se internaron en la zona donde se establecería Coronel, siglos después.
Las positivas observaciones que se realizaron de la zona, instó a Valdivia a recorrerlas personalmente, asignándose los indígenas (encomiendas) y tierras (mercedes). Así es como Pedro de Valdivia se transformó en el primer dueño de estas tierras. Toda esta zona reconocida fue designada Arauco, término que se extendió a todas las tierras al sur del Bío-Bío y luego a sus mismos moradores (mapuches).
Se produjo en esta zona, un continuo tránsito de tropas, especialmente a mediados de 1553, al notarse cierta efervescencia en los indígenas. Como medida de precaución, Valdivia fundó una serie de fuertes para proteger el camino al sur, empezando por el de Arauco, en los confines del Aillarague de Mareguano. Tenemos un dato dudoso respecto a la fundación de un fuerte en los actuales cerros de Lota, realizada por el mismo gobernador, pero que no dejó vestigio alguno después de la revuelta general a fines de 1553.
El duro trato que recibían los indígenas de los españoles y su rebeldía a la forma de trabajo impuesta, produjo el malestar general y luego una franca rebelión. La zona de la costa de Coronel se encontraba muy intervenida por los continuos desplazamientos de población indígena fuera de sus lugares originarios.
A fines de 1553, Valdivia fue derrotado y muerto en la batalla de Tucapel, produciéndose un rápido repliegue de los conquistadores a sus principales ciudades. Grandes concentraciones indígenas en la rivera sur del Bío-Bío produjo un total cambio en la fisonomía de nuestra zona de estudio. De esta forma se iniciaba la guerra de Arauco, que duraría hasta entrada ya nuestra historia republicana.
El miedo reinante en Concepción, hizo preparar un ejército, para poder disolver estas concentraciones de indígenas; y en los primeros meses de 1554, Francisco de Villagra, cruzaba el Bío-Bío en el bado de Chepe, y bordeando la costa continuó al sur, en donde sería derrotado en la batalla de Marigueñu por una gran cantidad de mapuches que es posible estimar entre los 8.000 y los 10.000 hombres. La retirada de este desastre cubrió el camino de ida, salvándose menos de la mitad del ejército español (cerca de 160 hombres). Esta derrota produjo el abandono de Concepción por sus habitantes y su definitiva destrucción por los mapuches en 1554, desistiendo definitivamente hasta la llegada de refuerzos. Mientras tanto la actual zona de San Pedro y Coronel, se transformó en un excelente territorio donde preparar los ataques al norte del Bío-Bío, sin ser atacados por los españoles. Podemos deducir de esta situación el total cambio que debió significar para este pequeño territorio, la enorme movilización de tropas y alimentos que se necesitaron en las campañas militares, tanto mapuches como españolas.
En 1557 los españoles volvieron con mayor cantidad de tropas a la zona, conquistándola definitivamente para el rey. Esto se debió a varios factores; el primero, es por la muerte del gran líder militar mapuche Lautaro, que en un temerario ataque al norte sufrió una derrota definitiva en la batalla de Peteroa, cerca del río Maule. El segundo factor, fue la refundación de la ciudad de Concepción, que con una mayor población, logró transformarse en el principal cuartel de las tropas españolas en el Bío-Bío. Un tercer factor, fue, la dura epidemia de tifus que castigó a gran parte de la población indígena, ocasionando la pérdida de la mitad de la población indígena en todo el estado de Arauco, afectando directamente en el número de sus ejércitos. Un cuarto factor es la personalidad del nuevo gobernador García Hurtado de Mendoza, quién con mucho ímpetu, y sin mayor conocimiento de la situación, no sólo terminó con la rebelión, sino que, continuó la conquista fundando nuevas ciudades y fuertes.
El gobernador cruzó el Bío-Bío por la ruta impuesta por Valdivia, y se dirigió resueltamente al sur, destruyendo a todo ejército mapuche que le enfrentaba. Así fue como en las cercanías de la actual laguna de la Posada se sucedió el llamado combate de Lagunillas, en donde se castigó duramente al famoso cacique Galvarino, amputándole ambas manos; y en el combate siguiente de Millarepue, en donde se le dio muerte. El impetuoso avance del ejército del gobernador, provocó el abandono de la costa de Coronel, lo que la iba a convertir en una zona muy poco apetecida por los siguientes conquistadores.
El comienzo de la guerra de Arauco, tuvo como escenario las amplias ciénagas que rodean al actual emplazamiento de la ciudad de Coronel, sufriendo una definitiva transformación que le dará una nueva fisonomía de territorio conquistado.
La guerra de Arauco se traslada al sur de la Araucanía. Toda la tierra conquistada es concedida en mercedes de tierras, y los indígenas son encomendados a los principales conquistadores. Sin embrago, la permanente actitud hostil de los indígenas, hace imposible aprovechar todos los recursos, ya que, los enfrentamientos se suceden sin disminuir.
Hasta finales del siglo XVI, la vida en el interior de la bahía de Coronel, sufrió el total abandono por parte de la población indígena, que se negaba a servir a los españoles. También la población española era poco atraída a esta zona, por la inexistencia de recursos auríferos, la principal explotación de los conquistadores. Fuertes epidemias diezmaron aún más la exigua población existente y duras batallas destruían cualquier atisbo de civilización.
La única vida que presentaba la región era el constante tráfico de tropas desde la ciudad de Concepción hasta el fuerte de Arauco y viceversa. Esto intimidaba a los indígenas a no volver a sus antiguas moradas. La zona costera de la bahía de Coronel se transformó en un gran “pasillo” de la comunicación de la ciudad de Concepción con la Araucanía, era una ruta relativamente segura debido a su despoblamiento y a su cercanía con los puntos de apoyo. Cuando los indígenas se recuperaban invadían todo el territorio emboscando a los españoles, y cuando estos realizaban sus campeadas, los mapuches se refugiaban en las montañas. En definitiva, el territorio comprendido entre el Bío-Bío y el océano Pacífico, se transformó en una zona de inestabilidad militar para ambos bandos y de dudosa dominación para los españoles; era sin duda , una zona de guerra.
La inexistencia de población establecida, instó al gobernador Oñez de Loyola a fundar un fuerte en la rivera sur del Bío-Bío, que denominó San Pedro; sin embargo, desconocemos la fecha de fundación y su precisa ubicación, sólo se le menciona al ser destruido en el levantamiento de 1599.
La inexperiencia de este gobernador, produjo el envalentonamiento de los araucanos, quiénes los sorprendieron y dieron muerte en Curalaba a finales de 1598. La noticia se corrió rápidamente por toda la Araucanía, incluso más allá de sus límites; indios del norte y del sur apoyaron la sublevación. Toda la conquista retrocedía a una línea defensiva al norte del Bío-Bío. Esta crisis produjo una gran llegada de refuerzos desde el Perú y de varios gobernadores, de entre los cuales sobresale el astuto Alonso de Ribera, quién sería el único que logró conjurar el peligro.
La solución impuesta fue la construcción de una serie de fuertes en las riveras del Bío-Bío, que mantendrían a raya a los indígenas, para que luego, con mayor cantidad de tropas, se lograra avanzar hacia el interior.
LA COLONIA Y LA INDEPENDENCIA (1603-1818)
La frenética actividad que tuvo que enfrentar el gobernador Alonso de Ribera, estuvo encaminada a detener los ataques de los indígenas al norte del Bío-Bío, luego, al conformar un ejército poderoso y organizado (1603), pasa al ataque, estableciendo fuertes en las comarcas conquistadas.
Así comienza su campaña de 1603. Cruza el Bío-Bío por el recurrido bado de Chepe y antes de internarse hacia Arauco, levanta el fuerte de San Pedro de la paz, para poder dar protección al paso del río. Este fuerte se transforma en el único establecimiento poblado del lugar, aunque con una pequeña guarnición debido a su posición un tanto defensiva.
Mientras tanto la guerra tomaba un gran cambio. Hacia 1612, el ejército español se mantendría en una posición estrictamente defensiva, con el fin de evitar cualquier enfrentamiento innecesario. La población indígena apareció acercándose tímidamente a los fuertes de la frontera, pero, con un objetivo más lucrativo que social o espiritual, como se pretendía. La ineficacia de la llamada guerra defensiva, provocó, por el contrario, un fortalecimiento de las tropas mapuches, que preparaban su pronta arremetida. Esta estrategia fue suspendida en 1624, y la guerra de Arauco tomaba otro camino.
La protección que el sistema defensivo dio a los mapuches, les sirvió para aumentar sus fuerzas e imponerse nuevamente. En 1656 estalla otra fuerte rebelión que causó la destrucción de gran cantidad de fuertes y serios daños a los cultivos, (1660).
El hecho más importante después de la sublevación mapuche, fue la fundación del fuerte de Colcura en 1662, aunque ya se había intentado poblar en 1602 sin éxito. Este fuerte cumpliría funciones de conexión con el de San Pedro y el de Arauco. Cada fuerte controlaría su territorio aledaño, lo que significa que la bahía de Coronel quedaría bajo control de la plaza de Colcura.
A parte de su función militar, estos fuertes cumplirán funciones de mayor trascendencia para la región. Los soldados de los fuertes captaron una clientela de mapuches con los que intercambiaban productos y armas, produciéndose una suerte de pequeña feria en la mayoría de los fuertes de la frontera. Esta actividad contraía otra situación. Teniendo un trato más directo con los indígenas, los soldados españoles, en sus continuas expediciones lograban un número de mujeres, que muy pronto empezaría a dar prole, comienzan a imponerse los mestizos por sobre los indios.
Comercio y mestizaje caracterizarían la vida cercana a los fuertes durante la colonia. La zona de Coronel comenzaría a tener una población residente cada vez más grande y que desarrollarían actividades económicas que transformarían la zona. Los combates se reducían a una serie de pleitos de situaciones casi personales sin revestir signos de una belicosidad constante.
Al pasar la ultima gran rebelión del siglo XVII, la zona de Coronel comienza a disponer de los primeros ranchos adosados a los fuertes de Colcura y San Pedro. La desconocida tranquilidad comienza a dar sus frutos.
Durante todo el siglo XVII, la población mestiza creció aceleradamente, reemplazando a la mano de obra indígena en toda las actividades económicas, también logro integrarse rápidamente a la nueva vida del país, tomando parte, incluso, en el mismo ejercito que combatía a los mapuches. También habitó las nacientes ciudades coloniales.
Esta población mestiza, tuvo que adaptarse, a un ambiente un poco hostil de los españoles y de los mismo criollos, encontrándose en una calidad de “medio salvaje”.
Este mestizo será quien tomará parte en las principales transformaciones de la región.
A través del comercio a trueque que se produjo en los valuarte de las plazas militares, la relación del indígena se va tornando mas civilizada. Este se acerca a los fuertes y ofrece los artículos que el erario real no logra cubrir, situación tolerada por las mismas autoridades. Esta nueva relación permite a los soldados españoles, y también los primeros mestizos, a crear familia en los alrededores de los fuertes, complementándose todo un círculo social característico de la vida en la frontera sur del país.
Esto nunca significó un aquietamiento en el plano militar, ya que apenas realizadas las transacciones comerciales, grupos de mapuches y españoles se enfrentaban en violentas incursiones, al norte y al sur del Bío-Bío (malocas y malones).
Al comenzar el siglo XVIII, la vida en la zona de Coronel y alrededores del fuerte de Colcura, se enmarca en contexto de vida fronteriza que hemos retratado, lo que proporciona una mayor actividad que en el siglo pasado. En 1723, se rompe la tácita tregua entre españoles y mapuches, un repentino levantamiento general en gran parte de la Araucanía, produce el despliegue de la conquista al norte del Bío-Bío, nuevamente, abandonado los últimos avances obtenidos. La misma plaza de Colcura fue abandonada, dejando eriaza toda la zona de Coronel. El terremoto de 1730 destruyó todo lo construido por los españoles en el territorio, y aunque, se volvió a reconstruir los fuertes, un nuevo levantamiento mapuche, produjo inestabilidad en el dominio de la tierra para los españoles en 1776.
La guerra de Arauco disminuye de intensidad en el siglo XVIII, lo que produce mayor estabilidad en la frontera. Esta línea continuará hasta los inicios de nuestra independencia. En ella podemos percibir el resultado de esta nueva conveniencia entre los mapuches y españoles, ya que durante la patria vieja, los araucanos lucharon junto a los realistas en contra de los patriotas. Además, el alto grado de mestizaje produjo una mayor cercanía entre la realidad criolla y la indígena.
La población de la zona de Coronel, comienza a desarrollarse de forma más rápida, y comienza a establecerse de manera definitiva. Esta población, mayoritariamente mestiza-española, empezó a dedicarse a las actividades agropecuarias, lo que significó que, tuvo que utilizar las tierras del interior dando origen así a la población rural del sector. Otra parte de los habitantes siguieron viviendo cerca del fuerte dedicándose a actividades más comerciales.
El primer cálculo de población que podemos analizar es el de una revisión realizada a los distintos fuertes de la frontera en 1765. En ella destaca el fuerte y villa de Colcura con una población de 178 habitantes. Este corto número nos permite apreciar, la precariedad de la vida fronteriza. Restándole la guarnición militar, los civiles no pasaban de 120. La mayor parte de esta población vivía cercana al fuerte, y muy poca habitaba el interior, debido a la peligrosidad que en ese tiempo aún existía fuera de los fuertes.
En 1779 tenemos una información más completa sobre la población de Colcura-Coronel. Aquí se apuntan 404 personas sin incluir niños, lo que nos podría dar una cifra no superior a los 430 habitantes en total. En solo 15 años, la población aumentó notoriamente, a pesar del levantamiento de 1766. Un dato bastante importante nos podría dar una referencia sobre el tipo de vida del lugar. Se mencionan 16 casas cerca del fuerte y 27 más alejadas. El desarrollo económico de la región unida al aumento de la población, provoca la ruralización del territorio. La tranquilidad para las faenas ganaderas y agrícolas, nos demuestra el grado de pasividad bélica.
Un nuevo registro poblacional hecho en 1793, nos entrega un total de 491 habitantes. Con esta cifra podemos deducir que el radio de acción de la población estaría marcando las tierras interiores de la actual Coronel, ya que por su cercanía, y sus buenas tierras deberían ser muy apetecidas entre los nuevos campesinos.
Antes del período republicano tenemos un último dato poblacional registrado en 1812, y que nos serviría para tener una apreciación aproximada previo a nuestra independencia. La población del Cureto de Colcura es de 697 habitantes. Hasta aquí, el aumento de la población no sólo se debe al crecimiento natural de la región, sino que también se nota la llegada de nuevas familias de sectores cercanos que se unirán a las actividades de la zona de manera definitiva. Esta tendencia se hará más notable a mediados del siglo XIX.
La actividad económica de los alrededores de Colcura, se basa en la crianza de la ganadería, extensas llanuras sirven como buena base para esta actividad. La agricultura fue siempre pequeña respecto al tipo de cultivo, en comparación con los trigales del norte del Bío-Bío. Aquí solo se trata de cultivos de papas y vegetales. El trigo nunca tuvo buena cosecha, ya que las zonas cercanas al mar conservan mucha humedad y el terreno era demasiado arenoso.
Los recursos de esta zona son muy escasos. Mientras la agricultura es de subsistencia, solo la ganadería aporta con ciertos ingresos a estos campesinos. Durante el Siglo XVIII, el trueque era todavía de vital importancia para este tipo de economía y sólo en las primeras décadas del siglo XIX se comercializan monetariamente. Los dos principales puntos de apoyo económicos de Coronel, son Arauco y Concepción.
Todo este desarrollo económico y social se realiza en tierras que no tienen un posesionamiento jurídico oficial, no existe propiedad privada reglamentada, ya que esta, siendo una zona fronteriza de guerra estaba a merced de cualquier catástrofe. Así es que se le consideran como tierras del Rey, y sus residentes ocupaban estas tierras como colonos en tierras conquistadas al enemigo. Y en efecto, el territorio entre San Pedro y Colcura es el primer territorio conquistado de la Araucanía.
El panorama de la región comienza a cambiar bruscamente. La junta de gobierno de Santiago de 1810, reemplaza a la administración española en la gobernación de Chile; pronto las autoridades realistas entran en conflicto con estos patriotas y junto a tropas del Perú y Chiloé desembarcan en Talcahuano, dando comienzo a la guerra de la patria vieja. En 1814 el país volvía al dominio español, dándose inicio a la reconquista.
El grueso de las guarniciones militares de la frontera fue realista, por lo que su situación no tenía nada de nuevo. Sin embargo, esta administración se demostró ineficiente para poder controlar a una serie de montoneras que empezaron a causar estragos a los particulares en la frontera. En Colcura, la guarnición se había transformado en un perjuicio, más que en una protección, ya que , sus hombres-juntos a algunos indios- recorrían las tierras, causando gran desorden.
La población de Colcura y la costa de Coronel, quedaron prácticamente desamparadas y sus habitantes emigran a plazas más seguras como Santa Juana y Nacimiento. La situación colapsó al sobrevenir el definitivo triunfo chileno en la batalla de Maipú en 1818. Todo tipo de control había desaparecido y la zona al sur del Bío-Bío quedó bajo el control de guerrillas realistas. Los fuertes de la frontera se transformaron en cuarteles para estas tropas, que devastaban todo a su paso, sin contar si se era realista o patriota. El control definitivo de la frontera sólo se obtuvo en 1820, e incluso hasta 1823.
Las consecuencias que dejó la guerra a muerte en la zona de Colcura y Coronel, fueron de total destrucción. Los fuertes fueron incendiados, la población civil había emigrado y comenzaba tímidamente a volver, para reconstruir todo.
Para dar mayor celeridad a este trabajo, O’Higgins crea el departamento de Lautaro (entre 1819 y 1823) dependiente de la provincia de Concepción, con capital en el reconstruido fuerte de Colcura, y que englobaría los terrenos de los fuertes de San Pedro, Arauco, Santa Juana y Nacimiento, osea, todo el territorio al sur del Bío-Bío, hasta la línea Nacimiento-Arauco. De esta manera se incentivaría el asentamiento de varias familias que quedaron en la miseria después de la guerra.
INTEGRACION Y ADMINISTRACION 1818-1850
Conformado el nuevo departamento de Lautaro, se procedió a subdividirlo en cinco subdelegaciones, una de las cuales sería llamada Colcura. Esta tendría como límites los que aproximadamente tenía el curato del mismo nombre, durante el siglo XVIII, incluyendo el territorio de Coronel. Este último son las tierras que se encuentran cercanas a la punta y bahía de Coronel de donde toma su denominación. El territorio es una gran explanada que corre paralela al océano y las faldas de la cordillera de la Costa. El territorio llamado hacienda de Coronel, se mantuvo por varios años sin administración, siendo un territorio de guerra entregado a las montoneras y a los indígenas. Al ser conquistado por las tropas patriotas, pasa a dominio del estado.
Para lograr una rápida recuperación e integración a la vida del país, la hacienda de Coronel fue vendida a bajo precio en 1822, al general e intendente de Concepción Juan de Dios Rivera, con el objeto de utilizar las excelentes tierras ganaderas e incentivar su población.
La capital de esta subdelegación sería el mismo fuerte de Colcura, en donde residiría la autoridad máxima de la zona.
Así, se logró, que una buena cantidad de campesinos se radicara definitivamente en el lugar, para vivir y explotar sus riquezas que recién se descubrían, como los primeros yacimientos carboníferos.
La población de la subdelegación de Colcura, comenzó a participar en todas las actividades sociales y políticas del país que les fue dando un mayor arraigo en la zona. En las elecciones presidenciales de 1831, los principales de la región, participaron eligiendo a sus electores. Estos tenían que cumplir requisitos básicos para participar, como por ejemplo tener un bien raíz en la subdelegación. Los inscritos fueron los siguiente:
- Bicente FerrerL Francisco Javier Santa María , Juan Aburto, José Paz, José Santos Sáez, Luis Billagran, Santiago Alveal , Segundo Sierra , Tomas Mora , Pedro Saez, Pedro Varton , Pedro Maldonado, Pedro Saez.
De esta lista se pueden identificar a las primeras familias de Coronel, y a medida que aumenta el número de electores a través de los años, se repiten los principales apellidos:
- Mora , Sáez , Sierra , Arriagada , Alveal, Villagran, Aburto, Videla
También disponemos de algunos datos respecto a los efectivos militares del departamento. El regimiento de Caballería de Lautaro solo era convocado en caso de máxima necesidad y para eventualidades que no siempre eran las bélicas. Este regimiento disponía de:
- 660 soldados, 500 lanzas , 43 tercerolas o carabinas , 20 pistolas ,5 clarines
Todo este material se encontraba en mal estado, ya que no existía un establecimiento para poder guardar o dar mantención a este armamento. El mismo fuerte de Colcura se encontraba en una situación ruinosa, sin mayor mantención y destruido varias veces durante la guerra en la frontera. Aún así, era el principal centro del departamento. El fuerte de Colcura tendría sus últimos días de ocupamiento hasta los primeros meses del año 1835…
“Ayer a las 11 y 3/ 4 de la mañana se ha esperimentado en la mañana un temblor que ha hecho mucho estrago, la capilla de nuestra Santa Virgen se a caído enteramente igual la casa del comandante y como seis casas o ranchos de la inmediación de la plaza. La mar subió en seis ocasiones, inmundando todos los campos hasta elevarse por calculo como 29 varas pero no se ha habido desgracias ninguna mas.” Dios guarde a nuestra Señoria
Comandante de Armas.
Colcura, febrero 21 de 1835.
La destrucción de la plaza de Colcura hizo trasladar la capital del departamento a la pujante villa de Santa Juana, allende la cordillera de Nahuelbuta.
En 1835 la población del departamento de Lautaro es de 8.000 habitantes aproximadamente, la casi totalidad de la población era rural, dedicada a una agricultura mínima y ganadería mucho más importante.
La subdelegación de Colcura se dividía en tres distritos:
- Pueblo de Colcura , Pileo ,Coronel
El distrito de Coronel es la antigua hacienda de Coronel que se subdividió entre los nuevos colonos. De aquí nacieron los fundos de Panguelemu, Calabozo, Manco y Coronel; las ladeas de villa Mora ( en el antiguo fundo de la familia Mora ), Corcovado, Puchoco ( territorio del antiguo cacique local ), Buen retiro; y minerales como Cantaran, Playa Negra y Arenas Blancas.
El distrito de Colcura tenía una extensión aproximada de “ 5 leguas de latitud y 7 leguas de longitud”.
El mismo departamento de Lautaro se reducía territorialmente a los antiguos fuertes de San Pedro, Colcura y Santa Juana, pero su población aumentaba y se acercaba a los 14.000 habitantes en 1843. A esta altura la explotación de los primeros pirquenes ya era una realidad y el nacimiento de la ciudad de Coronel era patente. Esto se materializaría años más tarde en la instalación de todo un complejo industrial en el sector de Lo Rojas y el aporte que dejarían todos los nuevos colonos que se dirigían a las recientes tierras de Tucapel, al utilizar a Coronel como ciudad de paso.
En la década del cincuenta, el departamento de Lautaro sufre una nueva regulación respondiendo a las necesidades de la creciente población que llegaba atraída por las minas de carbón. Se conformaron tres subdelegaciones: la de Santa Juana, la de San Pedro, y la de Colcura. Esta última se subdividió en ocho distritos que en el censo de 1854 aparecían con la siguiente población:
- Fuerte Viejo ( Colcura) 599
- Lota 833
- Coronel 345
- Calaboso 885
- Playa Negra 400
- Patagual 247
- Pileo 307
- Aracuese 120
TOTAL 3.736
Si descontáramos los dos primeros distritos que formaron la comuna de Lota, los restantes nos dan un total de 2.300 habitantes que registraría la ciudad de Coronel previo a su establecimiento como villa y como capital del departamento de Lautaro.
El periodo pre-fundacional de la ciudad de Coronel se encuentra definitivamente ligada al medio Geográfico circundante y a una historia que se remonta a los inicios de la guerra de Arauco, en donde los fuertes que rodeaban el actual emplazamiento de la ciudad, conformaron un sistema defensivo, en donde cada plaza debía ir al auxilio del otro; y así, las tropas se desplazaban en un medio geográfico demarcado por el mismo río Bío-Bío y el océano Pacífico. La historia pre-fundacional de la ciudad de Coronel, es la historia de la baja frontera de guerra y del primer territorio que, gracias al plan de Alonso de Rivera, se lograba conquistar a los bravos araucanos.
CAPITULO II “CORONEL DESDE SU FUNDACION A 1900”
“LOS PRECURSORES DE L INDUSTRIA DEL CARBÓN”
El 14 de octubre de 1840 hicieron entrada a la bahía de Valparaíso los vapores “El Chile” y “El Perú”, cuyo propietario fue el ciudadano norteamericano Guillermo Wheelwright, dando inicio a la “Pacific Steam Navegation Company”, originario de la ciudad Neuburg Port, del estado de Massachussets, se caracterizó por una encomiable voluntad para llevar a cabo todo tipo de empresas. Por estos dotes de hombre laborioso y emprendedor, se gano, dentro de la colonia de inmigrantes de Valparaíso, el apelativo de “Guillermito resoplón”.
Sin duda alguna, Wheelwright diseminó por todo el país sus energías interviniendo en cada uno de los avances y progresos experimentado en ese entonces, así, a él se le debe la navegación a vapor por el pacífico, el alumbrado a gas en la ciudad de Copiapó, el ferrocarril, entre el puerto de Caldera y Copiapó, sin embargo la mayor de las obras de este norteamericano fue el dar la partida a una de las industrias mas importantes de la provincia de Concepción, de la cual se alza como el precursor; sin querer, sus vapores fueron el detonante que puso en marcha la explotación del carbón de piedra en Chile. Esto es reflejado por el doctor Mackay en sus memorias de la siguiente forma:
“La venida de los nuevos vapores había de despertar naturalmente el pensamiento de proveer de carbón de piedra a los nuevos huéspedes, i no tardo en desplegase entre algunos de los vecinos de Concepción i Talcahuano i contornos ciertos síntomas de una fiebre que se puede clasificar de “carbono”.
La gran dificultad con la que se tropezó, para entonces, fue el abastecimiento de combustible fósil, durante los primeros meses la compañía de navegación del pacifico no pudo echar a andar su cometido, puesto que, la carencia de carbón se los imposibilitaba. Lo grave del asunto es que en Chile no existían minas de extracción de hulla, y el carbón inglés importado, aunque barato, no resultaba un costo menor para la compañía.
De tal manera, Wheelwright, comenzó a explotar mantos carboníferos hallados en la ciudad de Talcahuano, constituyéndose labores de extracción en el sector del morro, en un lugar denominado “El portón”, siendo este el sitio primigenio de la industria. Estos trabajos habrían sido comenzados por el año de 1841, lográndose una producción neta de mas de 4.000 toneladas.
Durante un período de más o menos tres años entre el 1842 y 1845, la mina de carbón del morro arrojó una cantidad extraída de 54 mil toneladas. Parte de esta fue llevada hacia la costa norte del país y el Callao por las naves inglesas, “Jasper” y “Postsea”, realizando seis viajes en el año, transportando un promedio de 12 mil toneladas.
Todo esto no se presentó tan fácil, se tuvo que superar muchos contratiempos, a la falta de experiencia de los improvisados mineros, hay que agregar, lo precario del material o herramientas de trabajo. Así se estableció el panorama durante los primeros años de esta incipiente industria. La única demanda que tenía el carbón de Talcahuano, era la de los vapores, y esto no debe extrañar a nadie, puesto que, la única empresa que requería de tal beneficio era la “Pacific steam navegation campany”.
Con el transcurso de los años tal situación tendría un vuelco, el mercado para el combustible fósil - puntal de la revolución industrial propiciaba por Inglaterra - se ampliaría al ser utilizado por las fundiciones de cobre y el ferrocarril, mas los yacimientos del morro, tuvieron una corta vida productiva, y aunque, por mayor intento que se hizo para sustentar las labores, estas se tornaron cada vez más insostenibles; las minas se fueron mermando paulatinamente a causas de constantes inundaciones, siendo abandonada la explotación carbonífera en esta localidad por el año de 1847,quedando así trunca la industria a poco tiempo de empezar; tomándose la resolución de abastecer los navíos con carbón inglés, que por costos, comparado con las extracciones del morro, resultábanles más provechoso a la compañía.
Otro destacado precursor de la industria minera, fue el medico de origen escocés John Mackay. Este distinguido caballero nació en el condado de Inverness, en el año 1819,cursó estudios en la Universidad de Edimburgo, graduándose en la Escuela de medicina de la ciudad de Glasgow en el año 1838.
Mackay llegó al puerto de Talcahuano a principios de 1840, a bordo de un barco venido desde Australia, en el cual ejercía de cirujano. Prontamente, se establecería en Concepción, siendo nombrado médico de la ciudad, título que no habría de durar mucho, puesto que, este escocés emprendería una empresa tras otra a poco tiempo de avecindarse en Chile.
En sus primeros recorridos por los sectores aledaños a la ciudad penquista, el doctor Mackay percibió las características del terreno, enseguida se daría cuenta del potencial que encerraban estos en sus entrañas, los cuales si eran bien aprovechados podrían reportar pingües ganancias. Esta manifestación es propia de un espíritu inquieto y perspicaz, pero, de igual modo, es el producto directo de la razón y la educación.
Sin embargo, no fue el carbón lo que interesó a Mackay y lo motivó en sus primeras tentativas de formar una industria, si no que, se le puso por delante la idea de trabajar en la confección de fajas de pizarra para techos, las que eran fabricadas en las canteras escocesas, las que otorgaban a sus propietarios sumas considerables de dinero. Más, este proyecto se le vino al suelo antes de poder llevarlo a ejecución, por la falta de algún socio interesado, innovador y arriesgado, que le aportase el capital.
Las secuelas de este fracaso pasaron pronto al olvido, siguiendo, luego, las prospecciones en busca de mantos carboníferos para explotar. Es así, que durante el año 1844 hace su denuncia como descubridor de carbón de piedra a orillas del río Andalién, en el sector denominado “ Tierras coloradas”; aunque se pretende adjudicar a Mackay labores de extracción de carbón ya para el año 1841, antecediendo en tal iniciativa al propio Guillermo Wheelwright. Según el historiador Luis Ortega: “Las primeras minas propiamente tales, puestas en producción, fueron las de “las vegas”, en las cercanías de Talcahuano, en 1841.Durante los primeros meses de 1842 estos yacimientos –propiedad de John Mackay-comenzaron a vender algunas cantidades de carbón a la “Pacific Steam Navegation Company”. Este suceso no es notorio ni patente en las memorias dejadas por el doctor Mackay, y niego la posibilidad, remota por los demás, de que un hecho de esta trascendencia haya sido omitida por él. Al respecto Mackay nos refiere:
“ A principios del año 1844 hice yo mi denuncio como descubridor de carbón de piedra en “ Tierras coloradas “ a orillas del río Andalién, al lado sur, donde concluyen las desarrolladas vegas de Talcahuano en los suaves lomajes que constituyen los terrenos que se estienden hacia la ciudad de Concepción que dista legua i media más o menos del punto donde me había establecido.”
Un año después, continuando con la búsqueda incansable de nuevas vetas carboníferas, Mackay visitó Coronel (la zona costera) que en aquel entonces también se le denominaba como “ Colcura ,”por ser el nombre de la hacienda que se encontraba al sur, en lo que hoy es Lota, siendo descrito por él de la siguiente manera:
Un año después, continuando con la búsqueda incansable de nuevas vetas carboníferas, Mackay visitó Coronel (la zona costera) que en aquel entonces también se le denominaba como “ Colcura ,”por ser el nombre de la hacienda que se encontraba al sur, en lo que hoy es Lota, siendo descrito por él de la siguiente manera:
“...Coronel era la soledad más completa, ni un rancho se encontraba en sus playas, pero en las lomas vecinas se veía una que otra habitación, donde vivían los primeros moradores que por ahí se establecieron... En las faldas o barrancas que daban al mar se encontraban efectivamente, mantos de carbón.”
No satisfizo al escocés Coronel por encontrarlo muy retirado de la civilización y con una bahía demasiado desabrigada; cuan equivocado, quien pudo haberse constituido en el fundador de la industria del carbón y de la ciudad de Coronel.
Años más tarde se radicaría por un corto tiempo en esta ciudad, su llegada fue en 1852, por motivo de un contrato que efectúo para trabajar minas arrendadas mediante el pago de un canon anual, haciendo su primera venta en el mes de octubre al vapor norteamericano “City of Pittsburg”. En el año 1854, se establece con toda su familia en Coronel, en una casa que se construyó cerca de su establecimiento; luego, emigró hacia Lebu en 1863, donde inició explotación de minas bajo la razón social de “Juan Mackay y cía.”
Demostrado queda, que la incipiente industria del carbón de piedra, tuvo tanto, en Guillermo Wheelwrigth y John Mackay, a dos puntales fundamentales, en sus inicios. Ambos por separado constituyeron el germen originario de la explotación hullera; concretaron sus empresas basándose en una necesidad, que era la de abastecer a un rubro económico en auge. Son los reales precursores de la industria, pero, no se pueden definir como “ fundadores”, sobre todo el caso particular de Wheelwright, a quien le cabría mejor el término de fundador, que a Mackay. En el norteamericano, no se presenta una intención directa para fundar una industria paralela, puesto que, tuvo como principal objetivo echar a andar su empresa de vapores-de la cual si es el fundador-lo que realizó fue tomar como combustible lo primero que encontró al alcance de sus posibilidades. Se podría decir que es el “ fundador” inconsciente, pero eso, parece más propio de estudio de la psicología, no así de la historia.
El término “ precursor”, que define al individuo que “precede” o “anuncia”, es el más adecuado para representar a quienes de una u otra forma dieron la voz de alerta a lo que habría de venir años más tarde, la creación de asentamientos mineros que dieron curso, no solo a una industria de mayor alcance y definición, sino que, a un fenómeno de inmigración interna hacia la costa, el avance de la frontera hacia la zona de la Araucanía y la integración territorial, con el consiguiente progreso civilizador sobre una vasta zona de nuestra región.
“EL ORIGEN DE CORONEL”
La ciudad de Coronel, al igual que los demás poblados mineros de la zona, surgió en un territorio allende a la frontera, en el cual, el estado de Chile no constituía un dominio de facto. En estas tierras indóciles, con una escasa población conformada en su mayoría por indígenas y fugitivos al margen de la ley, se dio desde la época de la colonia ( XVII-XVIII y XIX ) el fenómeno de vagabundaje fronterizo, propio de un área de tránsito la que, luego, se transformó en el eje pionero civilizador, jugando un papel de primera magnitud en la ocupación de estos sectores geográficos. Esta expansión, desde mediados del siglo XIX en adelante, le otorgó a la ciudad una idiosincrasia en particular, que se originó en torno a una actividad industrial minera.
Coronel no tuvo una fundación propiamente tal, sino que más bien, su “nacimiento” está ligado a las primeras explotaciones de carbón de piedra que se llevaron a cabo en el sector costero de Puchoco y el posterior poblamiento de estos recintos carboníferos. Esto hace referencia directa a un hecho espontáneo, sin embargo, representa un último eslabón de una cadena de circunstancia, que se empieza a gestar por el año de 1843, en la bahía de Talcahuano.
Es en esta fecha que un empresario radicado en la ciudad de Concepción, llamado Tomás Smith, originario de Inglaterra y propietario de un importante molino de harina, en Lirquén, emprendió ciertos trabajos de explotación en una mina aledaña a la citada ciudad; el periodo de extracción fue breve teniendo una duración entre 12 a 14 meses, logrando una producción de 10 a 12 toneladas, siendo el segundo yacimiento que se explota en el país.
En estricto rigor, y aunque tales labores no fructificaron ni se consolidaron en el tiempo, fueron estas el acicate fundamental para que el empresario nortino Joaquin Edwards, instalase una fundición de cobre en Lirquén, la primera en su especie en el sur de Chile, ésta empezó a funcionar desde el año 1845. La oportunidad para Edwards se presentaba con notoria claridad, puesto que, los progresos experimentados por la minería en la zona de Concepción , Talcahuano y Colcura, ponían al alcance la posibilidad de fundir el mineral de cobre, proveniente de Coquimbo, con carbón nativo, además, aprovechar la abundancia de bosques en las proximidades, así ambas variables le eran atractiva, ya que, los costos de traslado del combustible eran prácticamente nulos.
En 1847, llega a la fundición de Lirquén, proveniente de La Serena, Jorge Rojas Miranda; quien se hizo cargo de la administración del establecimiento. Contaba para entonces con 23 años de edad, fue trasladado por expresa decisión de Joaquin Edwards desde la fundición de Dieguito, donde trabajó durante dos años, entre el 1845 al 1847. Luego, de su arribo, se dio a la labor de su nuevo cargo, enterado del sistema utilizado y del combustible empleado, procuró corregir las deficiencias de inmediato.
El establecimiento de Lirquén estaba en pronta quiebra, se debe al genio de Rojas el mejoramiento de este, mediante el aprovechamiento del material de desecho que quedaba, posterior al proceso de fundición del mineral de cobre, así, refundiéndolo obtuvo ganancias por mas de 60 mil pesos, consiguiendo el repunte de la fundición; pero, además, viendo que los costos de producción eran altísimos, pues, la madera que utilizaban en los hornos provocaba gastos considerables a la industria, por lo que se decidió a buscar un combustible más económico y de mayor poder calórico. In promtu, se acomete a realizar algunas prospecciones que lo llevaron a la explotación de las minas de “cerro verde” ubicadas en las inmediaciones del recinto que administraba; mas, el carbón extraído era de manto superficiales, no satisfaciendo del todo. Nuevos cateos por la zona, dan con los yacimientos ubicados en las vegas de Talcahuano, de superior calidad que las anteriores, mas tarde con buena fortuna hallo depósitos carboníferos a orillas del río Andalien.
Corría el año 1849, todo parecía normal sin ningún tipo de sobresalto, las actividades de las minas continuaban y la fundición más estables que nunca. Un hecho vendría a trastocar tal pasividad y marcaría el destino de Rojas Miranda. Cierto día se le presentó ante sus ojos un leñador, que surtía con madera el establecimiento, cuyo nombre era Juan Esteban Valenzuela, ofreciéndole una veta de carbón en un sector por él conocido a cambio de la no despreciable cantidad de seis onzas de oro (ciento cinco pesos de la época). El convenio fue gustosamente aceptado por el señor Jorge Rojas, quien junto a Valenzuela emprendió el viaje que los llevaría al sitio señalado por este. El camino seguido, una vez cruzado el río Bío-Bío por el antiguo sistema de lanchas, fue el que se denominaba “Cancha labrada”, luego, de una jornada extenuante y azarosa, se llegó al punto mencionado por el leñador. “ Una ensenada rodeada de colinas montañosas i de áridas playas en lo que el mar se estrellaba contra los flancos de los mantos de carbón”.
En una colina adyacente habitaba Francisco de Paula Mora, propietario de los terrenos de Puchoco, que más tarde darían vida a la industria minera, estaba casado con una hija del cacique de Puchoco. Este caballero de ascendencia española compró aquellas propiedades por medio de un documento de compraventa otorgado el 20 de agosto del año de 1825, al cacique Ambrosio Regumilla y su mujer Santos Neculpi-propietaria de las tierras –en la suma de 158 pesos, llevándose dicho contrato sin la menor contrariedad ante el comandante político y militar de Colcura, Francisco Arraigada y testigos.
Jorge Rojas, una vez inspeccionado los mantos, extrajo una muestra que llevó hacia la casa de Francisco de Paula Mora para apreciar el real potencial calórico de ésta, realizado el ensayo, se persuadieron de la calidad del carbón, en comparación al que él extraía en la bahía de Talcahuano, tomando por resolución abastecer la fundición con el mineral fósil de Puchoco.
El 30 de agosto de 1849, se firma en Coronel, ante testigo el contrato de arrendamiento entre el señor Jorge Rojas Miranda y Francisco de Paula Mora, por el cual, éste último, le cede las minas que se encuentran en los terrenos de su propiedad por un plazo de nueve años, debiendo pagar el primero un canon anual de 250 pesos.
En el artículo tercero del contrato se establece lo siguiente:
“ Se obliga a Mora a facilitar los terrenos que están al sur, en la orilla del mar, para que hagan casas los trabajadores, mayordomos, etc...”
Esta cláusula en su legalidad es la propiciadora del poblamiento posterior de Coronel, pues se incentiva con ésta, el asentamiento de los inmigrantes llegados a este sector, por motivos de mejoras económicas y sociales que serán tratados más adelante.
Por último, en un periodo aproximado de dos años, se llevó a efecto, otros contratos entre Rojas y Mora, culminando en forma definitiva estos vínculos contractuales, con la firma en Concepción de un nuevo convenio, fechado el 17 de junio de 1852, en el cual, Mora cede los terrenos de Puchoco y Coronel a Rojas por la suma de 400 pesos anuales que al día siguiente es definido en 500 pesos.
Rojas dio partida a las labores de extracción en el fundo llamado “Los manzanos”, que en menos de un año ya contaba con un numero de quince minas en total actividad, las que se constituyen en el punto de partida de la real industria carbonífera en Chile y de la ciudad de Coronel.
“EL FUNDADOR”: JORGE ROJAS MIRANDA.
Era el otoño de 1824, a un año de la abdicación del director supremo don Bernardo O’Higgins, y en pleno periodo de anarquía o era de los pipiolos; en la ciudad de la Serena un 23 de abril nace Jorge Rojas Miranda, hijo de don Bernardino Rojas y la señora María Trinidad Miranda, ambos descendientes de antiguas familias pertenecientes a la aristocracia local, pero, que por ciertas eventualidades adversas, se fueron quedando con los gratos recuerdos de un pasado glorioso.
En su infancia se incorporó al liceo de La Serena, donde estudio pacientemente y con vivo interés geología y minas, teniendo como maestro al destacado minerologista polaco Ignacio Domeyko, siendo uno de sus más jóvenes discípulos.
Apenas se alzaba por los 12 años de edad, cuando el destino y sus avatares, lo golpeó con irreverente crueldad, sus padres fallecen, dejándolo en la orfandad más absoluta. Este trágico suceso lo marcó en lo más profundo de su alma, acelerando en él su proceso de maduración. Cursó estudios hasta la edad de 21 años, etapa de su vida que debió cambiar las aulas por un trabajo en la fundición de cobre “Dieguito”, al interior de La Serena, distante diez leguas en un empleo por lo demás, modesto.
Desde que Jorge Rojas puso pie en tierra de Lirquén se entregó sin presentirlo a un cambio de vida total, como aquél que viene predestinado a cumplir una obra de gran magnitud; llevó a cabo la consolidación e inicio de la industria carbonífera. Lo que se experimentó durante toda la década de 1840, fue un esbozo simple de lo que vendría más tarde, convirtiéndose en el prefacio de la obra cuyo autor es el Serenense Rojas.
No deben haber duda y aunque, en un principio todo los esfuerzos realizado se dirigieron hacia el establecimiento de Lirquén, girando en torno a una necesidad marcada de tratar de proveer aquel recinto con buen carbón para fundir con un mayor provecho, esto cambiaría a poco de iniciar la explotación de las minas de Puchoco.
El 04 de mayo de 1850, solicita la apertura de la caleta de Coronel, tal solicitud fue aprobada mediante un decreto supremo, que habilitó a embarcaciones mayores nacionales para que transportasen carbón de piedra desde Coronel hacia el puerto habilitado de Lirquén.
No conforme con lo obtenido, en el transcurso de un mes (el 24 de junio) eleva una nueva petición al gobierno dirigido por don Manuel Bulnes, argumentando lo siguiente:
“ Señor Intendente:
Jorje Rojas, dueño de las minas situadas en Coronel, ante V.S. con el mayor respeto espone: que sin embargo de haber recibido con estimación posible la gracia que el Spmo. gobierno me concedió a nombre de D. Joaquin Edwards por decreto de mayo 4 ultimo pasado...aún con esto no se ha llenado el objeto de mi pretensión, porque habiendo empleado en el establecimiento de minas un capital, para el desarrollo de una industria que pone en ejercicio un crecido número de brazos...siendo las minas abundantes i que prometen larga duración, me he propuesto hacer extraer carbón aún para el estranjero, porque a más de satisfacer las exigencias del país, pueden sobrar cantidades considerables por la abundancia.”
La respuesta a esta solicitud fue positiva, pudiendo conseguir de forma legal, levantar sobre bases sólidas, el inicio de una industria que le debe a él su fundación. Ya no restringe el destino de la producción de sus minas, solo a fundir mineral de cobre, sino que, amplía el mercado de la hulla nacional, con esa tenacidad y voluntad que lo caracterizó.
Jorge Rojas Miranda debió luchar tenazmente para poder lograr la acreditación del carbón de Coronel, ya que, el combustible fósil que se extraía en el país no gozaba de mucho prestigio, en comparación al que se importaba desde Inglaterra, que en illo tempore, se le tomaba como netamente superior, rasgo típico de la idiosincrasia chilena, que ya por esa época, hacía notar con fuerza la tendencia marcada por todo aquello que no fuese nacional; sobre esto expone Raúl Santis Cerda, en su libro: “El carbón en la economía nacional”:
“...la desconfianza, el desprestigio por los productos nacionales, y la propaganda de desprestigio del carbón nacional en que se empeñaban los importadores de carbón inglés... nadie quería aceptar el carbón chileno...nadie quiso aventurarse siquiera a probar en aquella época...lo importado es mejor, aunque pueda dar fe de su bondad sino del hecho de ser importado.”
Los primeros cargamentos los envió gratuitamente a los puertos de Coquimbo, con el objeto que se experimentase en los hornos de fundición con el carbón de Puchoco. El resultado fue el poder dar venta a su producción en el año 1851, a un precio de $ 6 la tonelada. Hasta el año de 1852 fue el único productor en el país.
Matias Cousiño hizo lo mismo en las minas de Lota cuando se asoció a José Antonio Alemparte y Thomas Bland Garland con el fin de abrir mercado a su producto, realizó el envío de partidas de carbón gratis al norte, a los puertos de Coquimbo, Atacama y Tarapacá, además hacia San Francisco, en Norteamérica y Panamá; pero, por más lejos que haya mandado su producto, él se constituyó en el segundo en hacerlo.
Jorge Rojas, una vez consolidadas sus pretensiones, se radicó definitivamente en la ciudad de Concepción, lugar en el cual, se desenvolvió como un digno hombre, que trató de aportar todo lo que fuera posible para estimular el desarrollo de la provincia y de Chile. Se casó con una distinguida dama penquista, Adelaida Pradel Silva y Morales, hija de Miguel Pradel y de Dolores Silva y Morales y Ruiz de Berecedo.
Participó fervientemente en política, teniendo muchos sinsabores durante el pronunciamiento de Concepción contra el gobierno de Montt, tras la derrota del ejército del sur, en el 1859; fue miembro del parlamento en representación de la ciudad que lo acogió, sin embargo, estas mismas actividades le jugaron una mala pasada, siendo su sino el recibir duros golpes, así quedó demostrado en los momentos que se hace partidario del bando balmacedista para la revolución de 1891, el cual salió derrotado; iniciándose la persecución de los adherentes al presidente Balmaceda; Jorge Rojas debió refugiarse en el claustro de Santo Domingo con su familia. El lunes 18 de julio, a las diez y media de la mañana, en un frío invierno del año 1892, fallece el padre de la industria del carbón en Chile, a la edad de 68 años.
“LA INDUSTRIA DEL CARBON EN CORONEL”
La actividad minera que se desarrolló en Coronel desde mediados del siglo pasado, y que en definitiva logró la consolidación de ésta, se concretó en el sector costero norte de la bahía de Arauco. Es el lugar donde se levantó el complejo industrial-minero; De esta manera se yergue como el punto de atracción de capitales y de mano de obra para trabajar los mantos carboníferos encontrados allí. Las primeras inversiones fueron provenientes de la industria molinera de Tomé, traspaso que procuraba solventar la crisis producida por la caída de las exportaciones trigueras hacia California.
En el transcurso de los primeros años de la década de 1850, el sector fue adquiriendo una estructuración más definida, con una parcelación del territorio carbonífero, estableciéndose claramente los lindes de cada asentamiento carbonífero, el primero de éstos se denominó Puchoco-Rojas, luego vendrían Puchoco-Délano y Puchoco.Schwager; a esto se debe agregar, el continuo aumento de minas, para los años de 1852 y 1853 se constata un número registrado de doce propietarios distribuidos en distintos puntos de Coronel, estos aparecen en una lista publicada por el diario “Correo del Sur
- PROPIETARIOSMINASTRABAJADORESTONELADASCLASE DE TRABAJOJuan PradelCoronel5030 a 40Pique y LaboresLiborio ChacónPuchoco168 a 10LaboresTomás RiosecoMerquén4020 a 30LaboresJuan MackayCentinela6035 a 45Pique y LaboresJoaquin de la JaraPorfiada2015 a 20LaboresJuan C. CuevasBellavista2510 a 12PiqueExequiel LavanderoVentolera168 a 10PiqueRamón RojasPlaya Negra10450 a 60Pique-LaboresJuan NesbitFeliz15PrincipiandoPiqueZenón MartinezNueva Bellavista8PrincipiandoPiqueJosé ZapatínSin Rival_ParalizadaLaboresTomás SmithRosa de Chile1610 a 15Labores
Se excluye de esta lista a Jorge Rojas y sus yacimientos, mas refleja el auge que se estaba llevando a cabo in illo tempore; obviamente el incentivo era mayor, a consecuencia de la ampliación del mercado nacional; así de este modo, la primera etapa de evolución se caracterizó por la búsqueda de mercados claves, ya no era sólo la industria de la navegación a vapor, ahora, el requerimiento venía de las actividades cupríferas desarrolladas en el norte del país, así como también del ferrocarril, aunque en menor medida, puesto que, la primera pasaría a ser el puntal más fuerte de la industria del carbón de Coronel, al cobre debe su formación; Esta simbiosis es afirmada por Benjamín Vicuña Mackenna, en su “Libro del cobre y del carbón de piedra”:
“Pero como semejante desarrollo pertenece con mejor derecho a la industria del carbón de piedra, de cuya alianza con el cobre havido i tomado creces en los últimos treinta años...Hoi dia el cobre seria en Chile sin el carbón de piedra como un cuerpo sin alma.”
En la segunda mitad de la década, el ímpetu se acrecentó en la medida que proliferaban los yacimientos en explotación y los interesados en crear nuevas sociedades, así, en el año de 1855 el número de minas había subido a 23; habiendo una cantidad considerable de empresarios extranjeros, en su mayoría ingleses, que tuvieron una activa participación e influencia en la incorporación de técnicas de extracción de mineral, como además, en la introducción de parte de su cultura. Entre estos tenemos a Mackay, Thomas Smith, Nesbit, a Henderson Smith, siendo este último en particular, quien explotó tres minas en punta de Puchoco, adquiridas mediante transacciones apequeños propietarios, una de estas la vendió a Ramón Fuentes, las otras dos fueron arrendadas por separado a las sociedades de William Southerland y Ralph Pearson; y a Henry Shapter y Manuel Cordero. Estos últimos dieron por terminado su contrato con Smith, él que traspasa la mina a la firma inglesa de Esteban Williamson y David Duncan, quienes ceden sus derechos, posteriormente a la sociedad de Federico Schwager e hijos.
En el mismo año de 1855, John Mackay, vende sus propiedades de Coronel, denominadas “El cuatro”, a Luis Cousiño, que actúo en representación de su padre, por un monto de treinta y cinco mil pesos, quedando con el,cargo de administrador de éstas al año de 1863.
Los factores que permitían la estabilidad de la industria seguían aflorando, el precio de los barros de cobre aumentaba en Londres, lo que originaba un impulso mayor, ya empezaba a ser utilizado el carbón nacional, en la fundición de cobre, de forma más regular, mezclado con carbón inglés, en una proporción de dos es a uno. Sin embargo, ya para finales de la década nos encontramos con una concentración de la industria, disminuyendo el número de propietarios, y de yacimientos trabajados.
De estas minas, las más importantes eran las de Jorge Rojas y Ramón Rojas. El primero poseía yacimientos en los fundos de Puchoco, “Chollín”, y “Obligado”; El segundo, instaló su establecimiento en el sector de “Playa Negra”, en la bahía de Coronel. Pero también expandió su empresa hacia otras latitudes, es así que, en el año de 1868 se adjudica el derecho de explotación de las minas de carbón en Punta Arenas. Otro empresario que destacó, fue Luis Cousiño, que implementó un recinto minero, colindante con el de Ramón Rojas y mantuvo la extracción de combustible fósil en “Buen Retiro”, desde el 1869, año en el cual fundó la “Compañía explotadora de Lota y Coronel”. A los anteriores, les sigue el magnate nortino del cobre, José Tomás Urmeneta, quién trabajó los mantos ubicados en el “Cerro Corcovado”, los que se conocieron con el nombre de “El Roble-Corcovado”. Fué José Ignacio Palma, el que inició el aprovechamiento de estas vetas de carbón por el año de 1844, las que fueron adquiridas en 1852 por Matías Cousiño. Cuatro años más tarde, José T. Urmeneta, Jerónimo Urmeneta y otros, trazan un convenio con la señora Juana Iscue de Palma, para emprender labores en el distrito de Coronel, como reza el contrato “en terrenos de su propiedad”, estableciéndose la cesión de éstos y las minas halladas en él.
Es en este año de 1859, que entran en escena los hermanos Guillermo y Pablo Gibson Délano, hijos de un destacado marino norteamericano, que participó en la campaña libertadora del Perú, bajo el mando del almirante inglés Cochrane. Los Délano, se asociaron con Federico Schwager (II), en una sociedad que se gestó durante los primeros siete mese, en los cuales, Schwager recibió de parte de los primeros, la cantidad de sesenta y cinco mil pesos; Luego se iniciaron negociaciones con Manuela Carvallo, viuda de Mora, para tomar en arriendo, ciertas tierras que poseía en “Puchoco” y en “Boca Maule”, que finalmente fueron adquiridas a doña Manuela y su descendencia (Marcelo, Juana María y Mariana Mora) por la suma de dos mil pesos las tierras de “Puchoco” y en mil pesos las de “Boca Maule”, lo que representa el canon anual a pagar.
La compañía minera de “Puchoco”, fue puesta en marcha a través de una escritura pública fechada el 21 de julio de 1859, correspondiéndole a Guillermo Délano y Federico Schwager (II) la administración de la empresa carbonífera; De igual manera, se establece la venta de todo el carbón extraído a la casa de comercio de José Gay en Valparaíso, por un periodo de tres años. La compañía también la integraron los señores, Tomás Reese y Antonio Plummer, ambos ingleses.
Meses más tarde, y con el objetivo de consolidar las bases de la empresa, los hermanos Délano compran las minas del sector de Puchoco a Ramón Fuentes, el 18 de octubre, las que trabajan bajo la protección financiera de Agustín Edwards.
El establecimiento estuvo conformado por dos enclaves bien definidos. El primero es el de Boca Maule, a cargo de F. Schwagwer y el de Puchoco, dirigido por Guillermo Délano, es este último quién tuvo un progreso mayor en su producción y un amplio desarrollo, puesto que, abordó con buenos resultados otras áreas que dieron excelentes utilidades a la empresa tales como: fabricación de ladrillos refractario, baldosas, cañerías, botellas, etc...todo esto conectado por medio de un ferrocarril al muelle de Coronel.
La compañía de Puchoco permaneció en funcionamiento hasta el 1869, año que marca la separación de ambos socios y la transformación de los complejos industriales de “Puchoco-Délano” y “Puchoco-Schwager”, en explotaciones autónomas.
Por entonces, el número de piques alcanzaba a 19, de los cuales, seis pertenecían a Jorge Rojas, otros tres a la “Compañía explotadora de Lota y Coronel”, cuatro a la de “Playa Negra”, y seis que pertenecieron a la disuelta compañía de “Puchoco”. La cantidad de trabajadores ascendía a 2.350, los que recibían un salario de un peso diario.
A medida que la industria del carbón se fortalecía, de igual forma iba creciendo, la importancia del puerto de Coronel, en sus movimientos marítimos de cabotaje y al extranjero. Ya para el año de 1855 y 1856, tenemos las siguientes cifras: Entre enero y junio de 1855 tenemos una partida de carbón salida desde el puerto de Coronel de 17.281 ton. De las cuales 9.850 ton. Fueron puestas para el cabotaje, lo restante fue destinado al extranjero. Un año después se registra una cantidad exportadora de 42.356 ton. remitidas al extranjero 13.454 ton, y entre los puertos de Chile, el número llegó a 28.502 ton. aproximadamente.
El fortalecimiento de este tráfico se fue dando paulatinamente conforme el tiempo transcurría; hay que consignar que en illo tempore, el puerto de Talcahuano cumplía un rol preponderante en el abastecimiento de carbón a los transportes marítimos, alzándose como exportador mayoritario en el comercio de cabotaje, hasta bien entrada la década de 1880, época en la cual fue desplazado por el puerto de Coronel.
Entre los años de 1866-1871, se remiten desde el puerto de Coronel a otras ciudades del país, la cantidad de 1.185.676 T.C.
El crecimiento de los niveles de exportación se mantuvo constante, de esa forma, desde 1873 los puertos de Lota, Lebu, Corampangue, Colcura y Laraquete, pasaron a depender de Coronel. Desde entonces, su relevancia es notoria, siendo el puerto carbonífero más importante de la provincia.
“LA DINASTIA SCHWAGER – CLAUDE
Y LA COMPAÑIA CARBONIFERA Y DE FUNDICION”
FAMILIA SCHWAGER FAMILIA CLAUDE
F.w Schwager- Mary Maginnes. Adolfo Claude I -
1-.Federico Schwager II. 1.-Carlos Claude.
2-.Carolina Schwager. 2.-Adolfo Claude II
3-.Marion Schwager. 3.-Luis Claude.
4.-Luisa Schwager. 4.-Enriqueta Claude.
5-.Guillermina Schwager.
-Adolfo Claude II- Minna Reclam.
1.-Adolfo Claude III.
2.-Jeannette Claude.
3.-Guillermo Claude.
4.-Carlos Claude.
5.-Ricardo Claude.
FAMILIA CLAUDE – SCHWAGER.
Adolfo Claude III – Marion Schwager
1.-Federico Claude Schwager.
2.-Minna Claude Schwager.
FAMILIA CLAUDE – SQUIRE.
Federico Claude Schwager – Evelyn Squire
1.-Federico Claude Squire.
2.-Hester Claude Squire.
3.-Evelyn Claude Squire.
4.-Sibila Claude Squire.
Es poco y nada lo que se sabe sobre la persona de Federico Guillermo Schwager I, tan solo que, nació en Alemania el año de 1789, en la ciudad llamada Terbst, en el estado de Sajonia Anhalt. Por razones que hasta el día de hoy son totalmente desconocidas, emigró de su suelo natal para venirse a establecerse a Chile, según Hardey Evans, a principios del siglo XIX habría llegado al país, pues, en 1830 se le halla en Valparaíso plenamente arraigado, figurando su nombre entre los fundadores del club Alemán.
El señor Schwager I contrajo matrimonio con una dama de origen Ingles llamada Mary Maginnes con quien tuvo cinco hijos, de los cuales, Federico Guillermo Schwager II y Carolina, una de sus hijas, son los que más directamente relacionados estuvieron con la empresa carbonífera. Su actividad se vinculó al negocio de seguros y también como agente de una compañía de vapores en la compra de carbón. No muy afortunado en los negocios que emprendió, murió en julio del año de 1861, dejando una cantidad de deudas considerable a su familia; cinco años más tarde fallece su esposa, en el mes de noviembre de1866.
El hijo, al que se le suele confundir con el padre, Federico Guillermo Schwager II, es quien con el transcurso del tiempo se transformó en el magnate de la industria del carbón en Coronel. Los únicos datos biográficos fueron entregados por su amigo Albert Chadowicki, ( 1836 – 1907) de origen Polaco, casado con Marie Reclam, una de las hermanas de Minna Claude (Reclam ), suegra de Marion Schwager; Chadowicki, que también era profesor de música, tenía la particular costumbre de llevar diarios de vida, donde menciona en varios pasajes a “fred”, como solía nombrarle.
En esas crónicas se caracteriza a “Fred” Schwager, como un hombre de gran habilidad y energía en las tareas que emprendía; sin embargo, Federico Schwager sufrió durante gran parte de su vida por consecuencia de un mal estado de salud. Con la muerte de su padre y una deuda de $150.000 que le dejó, debió afrontar momentos de angustia, a pesar de todo demostró tener tenacidad y una fortaleza espiritual inquebrantable, que le permitió salir del paso airoso. Era el tiempo en el cual se encontraba asociado a los Délano y con un interés monumental puesto en la industria, que tanto honor le daría.
La primera intervención de Schwager II en la industria del carbón, se tiene para el año de 1855, cuando le hizo un préstamo a Ramón Rojas por la suma de $ 12.000. Posteriormente tendría como sitio de iniciación de sus explotaciones el sector de “Boca Maule”.
Cuando transcurría el año de 1866, el señor Schwager II se vio obligado a abandonar la “compañía de Puchoco”, a causa de un grave accidente ocurrido en Valparaíso al bajar de un tranvía. Por tal situación vende todas sus acciones y también las de sus hermanas a G. Délano en la cantidad de $ 600.000 pesos, al igual que en las minas un derecho sobre las minas de Boca Maule, que otorgaría una cantidad de $ 0,25 pesos por tonelada extraída.
Luego de un reposo de tres años, Schwager volvió de lleno a sus negocios y con renovados bríos, de ahora en adelante, se comienza a estructurar su empresa, en los primeros años de 1870, siendo hacia el 1875 que adquirió a Antonio Mora, descendiente de María Mora, el 50% de los derechos correspondientes a los territorios de “Boca” y “Huerta” ubicado en la rivera del estero Maule, por un monto anual de $1.000 pesos; dos años más tarde, compra todos los derechos, tanto de extracción del mineral como de la ocupación del suelo.
En estos sitios se extrajo carbón de piques de escasa profundidad, el principal de ellos se le denomino “Pique Nº 1”, mas tarde reemplazado por los Chiflones conocido bajo el nombre de “Santa María” y el “Chiflón Nº 4, que entro en servicio el año de 1876, el que fue una espectacular obra de ingeniería; los trabajos para habilitarlo tuvieron sus inicios en el 1870, perforándose sobre una roca ubicado entre dos mareas, la que a un con buen tiempo era azotada por las olas. Este chiflón estuvo en actividad hasta el 1924, teniéndose que cerrar por la crisis que afectó a la industria, por entonces, y por la decisión tomada por la gerencia de la empresa de concentrar la explotación en el sector de Boca Maule.
Estas minas, como las demás de Coronel, fueron trabajadas siguiendo el sistema de “muralla larga” (Long wall), registrándose la fuerte influencia llegada desde el otro lado del Atlántico específicamente Inglaterra; fueron los propios técnicos e ingenieros británicos que implementaron tal sistema en las labores extractivas.
El mismo Federico Schwager sentía una profunda admiración hacia Inglaterra, según Chadowicki, “El país con el cual después de Chile, se identificaba mejor”, de tal modo, su descendencia Alemana sólo quedó en eso, hablaba y escribía perfectamente el Inglés, ocupó el cargo de vicecónsul británico en Coronel.
Por otra parte extendió su industria a otros sectores, es así, como en el año de 1886, firmó un contrato con José Antonio de la Jara, para explotar en mutua sociedad las minas de carbón encontradas en el fundo “Canta Rana”, propiedad de este último. Este convenio consta de siete artículos en los cuales, de la Jara cede sus terrenos con todo lo disponible en ellos, cuyos lindes son: por el norte; la calle Montt; por el sur, los Carrera; al oriente, la calle Freire; y al occidente, la calle de Rivera. En cuanto a la administración ésta queda bajo la responsabilidad de Federico Schwager, sin ninguna participación de José A. De La Jara; las ganancias quedan repartidas entre ambos por igual, disponiéndose en el articulo 5 llevar dos libros por separado a razón de todos los capitales invertidos, las ventas y producción, pudiendo De La Jara en cualquier ocasión hacer su inspección. Por último Schwager, se reserva el derecho de retirar todo lo aportado cuando así lo estimase necesario, devolviendo los terrenos, poniendo así término al contrato.
Pero las influencias de este magnate del carbón, no quedaron sólo arraigadas a la explotación de minas, sino que, también incursionó en el ámbito de las inversiones ferroviarias, concediéndole terrenos fiscales para la construcción de un ferrocarril a vapor entre su establecimiento carbonífero y el puerto, por decreto ley fechado el 02 de septiembre de 1878.
Durante los últimos años de su vida, se vio en la obligación de viajar a Londres para someterse a nuevos tratamientos médicos, producto de su inestable estado de salud; la partida se realizó a principios del año de 1982, la cual es retratada por Albert Chadowicki en uno de sus diarios:
“Nuestras despedidas fueron cortas pero emocionantes, desgraciadamente él no era ahora, sino una ruina de lo que había sido i abrigábamos pocas esperanzas de volver a verlo, a menos que el reposo y el viaje restablecieran su salud en grado mayor de lo que se podía esperar. Iba acompañado de sus hermanas Marion i Carolina i de los niños de Marion, Freddie i Minna, además de dos sirvientas i una nurse, i de mrs Petera como dama de compañía. Una verdadera caravana.”
En junio 24 del año 1892, muere Federico Guillermo Schwager Maginnes, frente a las costas de Brasil (Pernambuco), permaneciendo durante dos años sepultado en el extranjero. Luego de ese tiempo, sus restos fueron repatriados para ser depositados en el cementerio protestante de Valparaíso. En su testamento dejó una donación generosa para hacer un hospital en beneficio de la población de Puchoco.
En el año 1892, Federico Schwager, había hecho efectiva la compra de las minas de Punta de Puchoco, inundadas en 1881, a los descendientes de G. Délano (sucesión Délano), que en conjunto con los establecimientos de Boca Maule y la “Huerta”, constituyeron la “Compañía carbonífera y de fundición Schwager”. Fundada el año de 1893, por expresa voluntad de Federico Schwager, antes de su fallecimiento. Para esto, se fijo un capital inicial de la compañía en 500.000 libras esterlinas, lográndose llevar a cabo la extracción mineral de las minas, “Santa María”, Chiflón N° 4, posteriormente, pique “colico”, “pique N° 2,” y “Chiflón N° 6”, que paralizaron sus labores en las dos primeras décadas del siglo XX, continuándose la explotación en los Chiflones N° 1, 2 y 3, de Puchoco.
F. G. Schwager no tuvo descendencia, puesto que no se casó, que perpetuase su poder y control de la empresa por él construida. Esta acción correspondió a su hermana Carolina Schwager de Mac–Donald, lo que continúo explotando las riquezas de carbón, y aumentó los caudales de la empresa carbonífera. Cuando murió en el mes de mayo de 1928, dejó a sus sobrinos Federico Claude Schwager y Minna Claude Schwger una herencia de 48 millones de pesos, quedando a cargo de Federico Claude la administración de la compañía para la década del 30’.
La familia Claude es originaria de Francia, de tendencia protestante, (Hugonotes), sus antepasados fueron expulsado luego de la dictaminación del Edicto de Nantes en el 1685, radicándose en Holanda, y más tarde, en Alemania.
Los Claude que se ligan a la familia Schwager, pertenecen a la tercera generación, y provenían de la ciudad Polaca de “Danzig”, siendo Adolfo Claude III quien desposa a Marión Schwager en el 1860.
El matrimonio Claude Schwager, tiene dos hijos, Federico Claude Schwager y Minna Claude Schwager (nombre dado en honor a su abuela).Ellos son los últimos representantes del apellido Schwager, que estuvieron ligados a la compañía carbonífera de fundición.
“EL ORIGEN DEL MINERO Y SU ENTORNO SOCIAL”
El origen del minero se halla en una serie de movimientos migratorios, desde el interior hacia la costa, atraídos por las remuneraciones dadas por los establecimientos carboníferos. Estas migraciones son del denominado tipo interno, en el fondo se caracterizan por ser un traslado espontáneo de individuos o familias provenientes de sectores aledaños – Concepción, Santa Juana, Arauco, Cauquénes, etc.… que tuvieron como consecuencia el fenómeno de “Centralización urbana”. Este se hizo general en el mundo a partir de la “revolución industrial”, que detonó con la concentración de habitantes en las ciudades, provocando la explosión poblacional de éstas. Tal situación constitúyese como el principal factor de la creación de Coronel y de sus pobladores.
Así, en los campesinos inmigrantes que llegaron, se debe distinguir un proceso psicológico de adaptación al medio, que fue paulatino, por la simple razón de que todo inmigrante trae consigo las características culturales de su lugar de origen; por lo cual, el individuo va padeciendo una modificación gradual de su comportamiento hasta llegar a una acomodación al nuevo ambiente. De cierta manera, el inmigrante es un ser inadaptado, propenso a la miseria, delincuencia y a todo tipo de enfermedades mentales. Esto explicaría en buena parte el clima de hostilidad, que reinó durante las primeras décadas de desarrollo de la ciudad, donde la violencia y el desorden social fue muy marcado, al igual que la deserción de la mano de obra de los establecimientos, comprometiendo la estabilidad de estos.
La escasez de trabajadores pasó a ser la característica mas patente en aquel entonces, a medida que la industria proliferaba era más dificultoso conseguir la mano de obra; la movilidad de ésta fue el producto de su fenotipo rural, poseyendo una explícita bifuncionalidad económica, siendo minero y agricultor a la vez; de tal manifiesto nos dejó impreso testimonios el señor John Mackay, que expuso sobre el tema:
“…Se improvisaban mineros de los trabajadores que afluían de los campos atraídos por el mejor jornal que se les pagaba, no obstante que muchos de estos solían
volver a su “tierra” para las cosechas, a las vendimias i a las chacras”.
Para poder contrarrestar tal efecto, se procuró por parte de los dueños de minas, el anticipar dinero al peón y de esta manera buscar el arraigo de éste, por medio de una deuda que lo atara al establecimiento en el que se empleara, lo cual no fue del todo efectivo, se buscaron otros medios como la asignación de vivienda, y lotes de tierra para que fuesen cultivadas por los trabajadores proyectos que a la larga también fracasaron.
La inconstancia fue habitual entre los incipientes mineros, esto se reflejó en las inasistencias a las faenas, los motivos fueron variados, desde las fiestas nacionales, a la celebración de cuantas festividades santorales habían fechados en el calendario, en fin, causales siempre sobraron para manifestar la juerga y el ausentismo laboral. Quien detectó este comportamiento fue Paulino Del Barrio, que lo presenta de esta forma:
“…Nadie obligaría a los obreros a trabajar el día lunes i solo hai unos pocos que quieran ocuparse la mitad de él; el sábado a las doce del día todas las minas quedan desiertas i los mineros se reúnen a la noche para que se les pague su trabajo de la semana… las festividades religiosas…i aun el aniversario de algún terremoto, son mirados por aquellos mineros como días en que no seria posible trabajar; agréguese a esto los días festivos i los trescientos que antes se han considerado como hábiles para el trabajo, vienen a quedar reducidos cuando mas a doscientos cuarenta.”
Sin lugar a dudas, el proceso de asimilación al medio fue lento, pues atentó contra su normal desarrollo, la carencia de la villa de Coronel, ya que, ésta no contaba con el equipamiento social necesario para tal efecto; así, al carecer de instrumentos de socialización poderosos como lo son: parroquias, plazas, parques públicos y demás, los individuos o familias de recién llegados resisten en establecerse de forma definitiva.
Sin embargo, el tiempo habría de corregir los defectos que se dieron en un comienzo, poco a poco el movimiento pendular y estacionario fue desapareciendo. Se hizo costumbre el arraigo al nuevo hábitat y al trabajo de las minas, aunque duro de por sí, éste les otorgaba una mayor estabilidad económica, comparada con su antigua labor en el campo, donde estos agricultores apenas subsistían.
Estos hombres se fueron moldeando a través de la experiencia, puesto que, el cambio fue radical, teniendo de la noche a la mañana, que desempeñar una ocupación totalmente desconocida. Era lógico entonces que resultaran poco diestros en los frentes, malogrando constantemente la extracción del carbón despedazándolo, lo que iba en desmedro de la producción y en cuanto a la calidad de ésta, lo que estaba en directa relación con la inexperiencia del trabajador; pero, a la larga: “formó una clase que estaba permanentemente establecida dentro y alrededor de las minas del carbón y en una generación o menos, aparecieron mineros profesionales de carbón, especializados en su trabajo como barreteros, carretilleros, etc, y se daban importancia ante los trabajadores recién llegados”.
Otra de las constantes , estuvo representada por el clima de hostilidad reinante, el desenfado y la violencia cotidiana, que impregnó la existencia del minero y definió su entorno, una sociedad en formación. Los factores fueron variados, mas, se dirigían hacia un mismo punto, el pasa tiempo del trabajador en sus ratos libres.
Desde temprano y casi en concomitancia a la formación de los poblados mineros, se dio como un fenómeno natural, la proliferación de centros de entretenciones y juergas, a los cuales asistían los trabajadores en búsqueda de un poco – o demasiado – de diversión. Esto, que podría tomarse como algo inofensivo, representó un real drama social de la época señalada, que por de pronto, tomó ribetes exorbitantes. Así, las chinganas, bodegones, cervecerías, canchas de bolos, billares, ramadas, reñidores de gallos, etc...tornáronse en causales de desórdenes multitudinarios, pues, la propensión a las bebidas alcohólicas y la prostitución en los sitios indicados, se hicieron cotidianas.
En el sector de Yobilo se hicieron famosas las ramadas que se levantaban continuamente, las cuales eran incontables, en donde las canciones y los bailes de tipo folklórico, eran la dicha de los concurrentes, como además, las cazuelas, empanadas, bebidas alcohólicas de todo tipo, hacían muy grata la visita.
Las medidas que pretendieron controlar la situación de indisciplina no se hicieron esperar. En el año de 1855, el intendente de Concepción Rafael Sotomayor, decretó un reglamento provisorio dirigido a las ciudades de Coronel y Lota.
Los motines fueron problemas difíciles de controlar, prácticamente insolubles, debido a lo exiguo de la dotación de policías, la cual bordeaba la escualidez, sin un equipamiento adecuado para ejercer de buena forma su deber.
De este modo, no de es de extrañar el ambiente de constante agitación, puesto que, al no constarse con una dotación de policías lo suficientemente organizados para lograr imponer el orden y la autoridad en la población, los desmanes y los hechos de sangre se hacían cotidianos. Esta sustancial deficiencia, es de igual forma, palpable diez años mas tarde, en un informe enviado por el gobernador del departamento Francisco del Campo, al intendente de Concepción, en el año de 1868.
“En la memoria pasada en 10 de mayo del año próximo pasado bien presente a Ud que no hai un cuerpo especial de policía en este puerto; que el servicio de este ramo se haría por un paquete de un sarjento i ocho soldados de la brigada de Concepción, que se manda mensualmente en virtud de una disposición suprema de 29 de diciembre de 1859. Hoy existe esa misma fuerza i aunque por su buena organización i moralidad prestan sus servicios con bastante regularidad. No por esto puede desconocerse la deficiencia de esa fuerza… un aumento de dos o tres hombres mas llenaría en parte esa necesidad.”
Es esto un mal de la época, la falta de recursos, tan patente, originó tantas desgracias y angustias, no sólo a las autoridades, si no que, también a los ciudadanos, que tuvieron que convivir diariamente con este ambiente insano. Fue el problema más grave, con el cual, se tuvo que bregar; se buscó la vía de las contribuciones voluntarias, de parte de los dueños de minas y algunos comerciantes de la villa, acuerdo al que se llegó por el 1857, para así mantener con un pago mensual a la policía, y que pudiesen llevar de mejor forma sus funciones; sin embargo, ésta iniciativa se mermó con el tiempo, por el retiro de algunos contribuyentes.
Esta tónica permaneció incólume hasta finales del pasado siglo, las voces de auxilio se hicieron oír por todos lados, y se transformó en el tema más abordado por los periódicos:
“… Volvemos otra vez a repetir que el numero de soldados con que se cuenta nuestra policía, es insuficiente, tanto para el servicio como para resguardo del pueblo… De sentir es, que el día menos pensado, puedan haber desgracia de gran trascendencia, sobre todo ahora, que existen tantos trabajos inmediatos al pueblo.”
Como la autoridad no se hacia ver, la civilidad aún menos; sin embargo, esto tiene explicación. El minero, por entonces, no poseía un nivel cultural, ni siquiera básico, la mayoría de ellos, por no decir todos, estaban propensos a un tipo de comportamiento que iba en perjuicio de su calidad de vida, es propio de su naturaleza; en este sentido, encontramos un testimonio dado por el visitante Inglés, que estuvo en 1879, de paso por Coronel, llamado Nelson Boyd, quien entrega su parcial visión del minero de esta forma:
“… El entretenimiento acostumbrado del obrero del carbón es la bebida. Tiene una satisfacción más, el andar a caballo; pero un minero no siempre puede proporcionarse este pasatiempo, así es que dedica su tiempo sobrante, y todo su dinero a la embriaguez, durante quince día vive pobremente y trabaja diligentemente, y cuando llega el día del pago, lleva sus pesos duramente ganados a la taberna donde los gasta a cambio de diversas y abyectos brebajes alcohólicos… El vestido del minero es en extremo sencillo: una camisa, un par de pantalones y un rústico sombrero bastan, sin olvidar el infaltable poncho.”
Por cruda que pueda parecer la apreciación de un “vasallo” de la real corona británica, no esta muy lejos de ser una realidad notoria en aquel periodo de tiempo; a esto hay que agregar, la falta de limpieza e higiene que se vivía en los campamentos, lo que originaba enfermedades del tipo infecto-contagiosas como, la viruela, que aparecía cada cierto tiempo causando estragos en la población, un articulo publicado por el periódico “La Esmeralda” en el mes de febrero de 1880, nos da una señal de lo terrible que eran estas epidemias:
“Este terrible flagelo a entrado a Coronel, sorprendiendo a la población con sus estragos … llamamos la atención de las autoridades correspondientes para evitar sus consecuencias en lo posible… Es oportuno que ellos soliciten de quien corresponda la venida de un vacunador que propague la vacunación, esta medida es tan urgente como necesaria al salvamento de tantas criaturas de menor edad.”
También la ciudad se veía atacadas por otras afecciones comunes: tuberculosis, laringitis, bronquitis, neumonía, tisis, etc.…
Cabe señalar que parte de la responsabilidad también es en cierto grado de los dueños de minas; en ellos no se vislumbra ningún tipo de esfuerzo por sanear y levantar el nivel de vida material y espiritual del trabajador. Al contrario daban el ejemplo de conductas irregulares, a través de pleitos legales y agresiones entre sí. No es de extrañar que mantuviesen en cada establecimiento verdaderas tropas de asalto, pagadas por ellos mismos, listos para agredir al adversario. Se tiene conocimiento que en 1861 un grupo de trabajadores pertenecientes a las minas de “cerro corcovado” de José T. Urmeneta atacó el establecimiento de Jorge Rojas en “Merquín”, armados con palas, picos y palos, resultando 25 heridos. También, el sector de playa Blanca fue campo de memorables enfrentamientos entre mineros del pique perteneciente a Ramón y Jorge Rojas, y los del “pique centinela”, propiedad de los Cousiño, el motivo de estas batallas campales eran las disputas por los lindes de explotación y otros afines, aquí los obreros tomaban partido en favor de sus patrones; fueron innumerables las ocasiones en las que chocaron los rojinos con los Lotinos, utilizándose como armas ofensivas y defensivas, palos, piedras y herramientas de toda especie; fue el área de la “gran pelea” de 1875.
CORONEL: SU DESARROLLO URBANO Y POBLACIONAL
A poco de iniciarse las primeras explotaciones de minas, se puede constatar un acelerado crecimiento de la población de Coronel. De “la soledad más completa” (Mackay) a un sector populoso; es que no era para menos, conforme el tiempo transcurría y la industria se iba afianzando, de igual manera lo fue haciendo la ciudad, desde sus orígenes más básicos.
De simple villorrio pasó a ser proclamada villa en 1851, titulo que sostendría por un periodo cercano a veinticinco años y que confirmaría la real importancia de este enclave urbano en gestión. Coronel se divisaba con un futuro provisorio y era catalogada como “…una bonita población que prospera de día en día”. En las memorias del intendente Sotomayor expuestas por el año de 1855, este hacía referencia al trazado que se le daba a la villa:
“…se han demarcado 24 manzanas cuadrilongas, consultando la naturaleza y configuración del suelo y se han dividido en sitios que se venderán a poco precio a muchos interesados en construir allí sus habitaciones reservándose los necesarios para plaza y edificios públicos.
Entre las primeras calles que se constituyeron tenemos las que se nombraron como: “Manuel Montt”, “Varas” y “ Sotomayor”, estas son las principales, por entonces.
La peculiar situación de aislamiento geográfico que tenia Coronel, hacía más imperiosa la necesidad de contar con buenas vías de comunicación, las que facilitasen el traslado expedito de un punto a otro, de ahí la manifiesta preocupación de las autoridades.
El camino de Coronel a San Pedro, que lo conecta con la capital de la provincia, requería de frecuentes reparaciones para mantenerlo en óptimas condiciones, las que provocaban el desembolso de sumas honerosas por parte del fisco, que se llevaba toda la carga. A esta situación, el gobernador Francisco del Campo, buscó una posible alternativa para poner remedio al problema en cuestión:
“ En el hai establecido carretas i coches que según se tiene conocimiento, dan un resultado mui faborable a sus empresarios, según esto cree el que describe que podria mui bien establecerse ahí un peaje a fin de que con su producido pueda mantenerse el camino en buen pie.”
Si a todo lo anteriormente expuesto, le agregamos la dificultad que se presentaba en el cruce del río Bio-Bio, el que debía hacerse en las lanchas planas capaces de llevar cargas, animales, y pasajeros, el viaje hacia Concepción en una aventura inolvidable para quien se veía obligado a emprenderlo.
El desarrollo se reflejó, de igual forma, en la creación de los primeros establecimientos educacionales en el año de 1853, cuando se funda una escuela publica curiosamente ubicada en el curato de San Pedro; el mismo año se crea una escuela primaria de mujeres en Coronel, donde se impartieron los ramos de matemática y escritura, además de geografía y costura. El numero de alumnos era reducido y las carencias formaban parte habitual de estas.En el mes de diciembre del mismo año, se solicita al gobernador proveer a las escuelas del departamento de libros necesarios para la instrucción de los estudiantes, el listado solicitado es el que sigue:
- 150 ejemplares de geografía.
- 150 ejemplares de catecismo
- 100 ejemplares de historia
- 50 ejemplares de historia de Chile por Amunátegui
- 50 ejemplares de “El maestro”
- 100 ejemplares de curso gradual de lectura.
El reducido número de textos está en directa proporción a la cantidad de alumnos vigentes para entonces, esta limitancia de población estudiantil permanece, incluso, hasta bien entrado el siglo XX. Sin embrago, los esfuerzos para revertir la situación del ausentismo escolar se hicieron presente hacia finales del siglo. En el año de 1885, empieza a funcionar la escuela N° 1 de hombres, llamándose a los interesados a matricularse por medio de la prensa, las clases comenzaron el 02 de marzo de ese año.
El año de 1887, marca la fecha de inicio del primer colegio mixto de la ciudad, “La Esmeralda” lo proporcionado de esta forma: “Desde esta fecha (17 de abril) queda abierta la matrícula en casa del señor Juan Miller, las clases principian tan pronto como haya el número suficientes de alumnos.” Seis años más tarde, se hace la apertura de una escuela nocturna, la cual se realizó ante una numerosa concurrencia, entre los que destacaron el gobernador David Andrews, Remigio Castro Aburto, Juan Bautista Ortíz y Alejandro (2°) Campbell; la ceremonia se realizó el día 01 de junio a las 08.PM. Contó con una matrícula de 103 alumnos, registrándose una asistencia diaria de 70 a 80 estudiantes.
Principiando la década de 1860, nos encontramos con un número de habitaciones de 168, pertenecientes a particulares, y ubicadas dentro de los límites urbanos de la villa; estas se diferenciaron notoriamente de las primeras casas de los mineros, aledañas a los complejos industriales de Puchoco, cuya área de poblamiento se fue formando a través del modelo de los poblados carboníferos ingleses. Así en aquel sector se levantaron galpones de ladrillos y adobes con tejas rojas divididos en departamentos para cada familia.
Por entonces, Coronel contaba con un comercio bien abastecido, presentándose un cuadro favorable para el consumidor, quiénes tenían acceso a productos agrícolas a través de productos campesinos y comerciales al detalle, que invadían las calles la noche anterior al día del pago.
En cuanto a la implementación de servicios para la villa, se dio una proliferación después de la primera década desde su nacimiento; se hallaba un correo por estafeta, obtuvo el grado de puerto menor en 1854 por decreto ley del 14 de julio siendo llevado a puerto mayor en agosto del año de 1864 por el evidente aumento del flujo de las exportaciones de carbón. Este auge fue premiado a mediados de la década con el otorgamiento del titulo de capital del departamento de Lautaro (30 de mayo 1865) desplazando a Santa Juana de tan alto honor, estableciéndose un nuevo ordenamiento en la numeración de las subdelegaciones quedando como sigue: 1° Coronel, 2° Lota, 3° Santa Juana, 4° Culenco, diez años después, se le concedió un nuevo título, el de ciudad por decreto ley del 05 de enero de 1875, justo reconocimiento por los progresos obtenidos hasta entonces.
Dentro de los muchos adelantos, hay que destacar la instalación del alumbrado público, desde el 08 de marzo del año de 1868, agua potable en 1873, un servicio de telégrafos, desde Coronel a Concepción, que más tarde se extendería a otras latitudes, así también como la creación de un matadero público en el 1876 bajo ordenanza municipal quedando en responsabilidad de este organismo, la distribución a los expendios, así también, el orden y aseo del establecimiento.
Por lo visto, ésta expansión daba para todo; Sin embargo, la mejoría urbana se haría notar cada vez más, en los tramos finales del siglo. En los años 80’, se intensificó dándose cabida a nuevas construcciones que procuraban solventar la carencia de inmuebles, por ejemplo: En 1885, se concluyeron los trabajos ejecutados, por varios meses, para reparar y ampliar el edificio de la aduana, en el cual, se hallaban las oficinas fiscales del telégrafo, administración de correos y la capitanía de puerto, dándole a cada dependencia mayor espacio y holgura.
En el mismo año, y después de mucho tiempo, se pudo contar con un cementerio acorde a las necesidades de la población. Desde sus inicios Coronel careció de un campo santo propio, compartía con Lota, el que se encontraba ubicado en Colcura; pero, este, a parte de lo distanciado que se encontraba , no poseía buenas condiciones.
En este periodo de tiempo, que se siguieron avances de estructuración de la ciudad, con la dictación de una ordenanza de policía con fecha de 24 de diciembre de 1885, que en su artículo 63, definió los límites urbanos de Coronel de la siguiente forma:
“Por el norte, el cordón del cerro que parte del muelle de embarque de don Federico Schwager; por el este, la continuación del mismo cordón del cerro hasta su extremo en calle de Lautaro i desde este punto, una línea hasta el puente de Playa Negra, i por el sur i el oeste, el estero de Playa Negra”.
A finales del año de 1887, se originó el nacimiento de dos poblaciones, hacia el límite norte de la ciudad. El motivo estuvo centrado en la expropiación y demolición de un considerable número de casas - casi la tercera parte, como lo publicó “La Esmeralda”- ubicadas en aquella área; resolución que había sido tomada por el ex–gobernador, José Manuel Alemparte. Un porcentaje de los afectados, se vieron obligados a cambiar su residencia, emigrando al sector denominado “vegas de Coronel”, edificando sus hogares en aquel sitio, el cual, prontamente pasó a ser designado como: “Villa Mora”, debido a que, los dueños de gran parte de estos terrenos era la familia Mora. Los otros, se establecieron en el sector de “Merquín”, cuyos propietarios eran los señores “Rojas”, dando vida a “Villa Alegre”, que en la actualidad forman poblaciones bastante populosas dentro de la comuna.
Pero, el hecho más trascendental debía de producirse por esta fecha; este fue la construcción del ferrocarril que unió a Concepción con las ciudades y poblados allende al río Bío-Bío; el que cambió la posición de aislamiento de Coronel, facilitando en un ciento por ciento la comunicación y el traslado hacia otros puntos del país.
El proyecto para extender la línea férrea hacia Arauco, fue autorizado por ley en 1884 a favor de Gustavo Lenz, quien dos años después, cede sus derechos de concesión a la sociedad anónima inglesa “The Arauco Company Limited” dirigida por el llamado “rey del salitre”, John Thomas North,. Los trabajos se iniciaron en el 1886, concluyendo en el 1890, llegando hasta Curanilahue, facilitando el transporte de carbón, productos agrícolas y madereros hacia los puertos de Coronel, Lota y Talcahuano, con el consiguiente retorno de pasajeros y correo, entre otras cosas.
La sección N° 2, de San Pedro a Coronel, fue habilitada en el 1888, siguiendo luego, la que se extendía desde Coronel a Lota, entregada al año 1889. En concomitancia, habíase iniciado la construcción de la estación de ferrocarril; que corrió por cuenta de “Arauco Company Ltda.” Edificio de imponente arquitectura, que contaba con un segundo nivel de amplios ventanales y espaciosas habitaciones, el cual fue en muchas ocasiones el centro de celebraciones de la elite local.
El impacto producido en sus primeros años fue enorme, atrás quedarían esos ardorosos y sufridos viajes de cinco horas aproximadamente, desde Coronel a la capital provincial, incluido el cruce del río en balsas planas, y otros contratiempos como en la escala en la “posada”, todo eso, ya eran cosas del “pasado”, de uno que se borró de la memoria colectiva de los habitantes de Coronel, ante el veloz avance de las comunicaciones, a través de un medio más cómodo y expedito.
El viaje hacia Concepción demoraba una hora, los horarios de salida eran: por la mañana, el primer tren con destino a la ciudad penquista, era a las 07:55hrs, arribando a las 08:55 aproximadamente; el segundo partía a las 13:55; y un tercero que salía a las 17:20hrs, y llegaba a Concepción a las 18:25hrs. Los trenes que venían de la zona carbonífera desde Concepción tenían los sgtes. Horarios: 06:40hrs, 10:05hrs y 17:00hrs. Se estima que el ferrocarril hacia los años postreros del siglo, movilizaba un promedio de 50.000 personas, de las cuales, el 80% hacia, el viaje en segunda clase. Para inicios del presente siglo, este medio de transporte, trasladó carbón de las minas de Coronel por una cifra de 39.590 tns. En 1903; teniéndose al año siguiente, 18.307 tns. Llevados por esta vía.
No se debe dejar pasar, por ningún motivo, la venida del presidente de la “Compañía de Arauco” Thomas North a Coronel, el 16 de marzo del año 1889, con el objeto de inspeccionar los progresos alcanzados hasta el momento, en el tendido ferroviario. Mas, lo interesante de ésta visita radica en uno de los integrantes de la comitiva que acompañaba a North; Este personaje fue William Russell, quién dejó algunas impresiones sobre la ciudad, que otorgan una visión certera y global, de la ciudad, más aún, se tornan interesante el testimonio de este inglés, por la objetividad expresada en cada uno de sus juicios, que nos relata de esta manera:
“La neblina se había levantado y el sol brillaba alegremente y allí, mas o menos a una milla de distancia, estaba Coronel, con sus chimeneas, mostrando su hermosa formación de buques anclados, con su embarcadero, la aduana, caminamos por una plaza muy bien tenida, con paseos enarenados, en cuyo centro había una hermosa torre con un reloj, adornada con un busto de Arturo Pratt. Yo no estaba preparado para las muestras de prosperidad que nos proporcionó esta ciudad...Los nombres de las tiendas, alemanes, italianos, españoles e ingleses indicaban que la población era cosmopolita . En general Coronel era un lugar que sobrepasaba mis expectativas. Cuando miré mi alrededor y ví la vida, los buenos reglamentos del puerto, la relativa comodidad en que vivía la gente, no pude dejar de pensar en algunas ciudades de la costa de una isla cercana a Inglaterra había cantinas agencias, cafés...Coronel tiene una población de cerca de 7.000 habitantes, un gobernador civil, un subdelegado marítimo, un hospital y un lazareto, representantes consulares de las grandes potencias, comunicación telegráfica, no sólo con Chile y Perú, sino que con Europa y todo el mundo...cada 15 días llegaba de Inglaterra un barco de la “Pacific Steam Navegation Campany” con correspondencia y volvía otro con pasajeros y cartas...Esta pequeña ciudad tendrá un gran futuro.”
Russell hace referencia a un aspecto característico de Coronel, desde sus inicios, el ser una ciudad “cosmopolita”, en la cual se establecieron una gran cantidad de extranjeros inmigrantes atraídos por la actividad portuaria-industrial, así tenemos a : Federico Schwager, Emilio Baich, Juan Gittens (boticario desde 1878), Jerónimo Nanfrery (comerciante), Pedro Elissetche, Julian Herman, José Caffarena, Vicente Olivieri, Juan Pastorini, Ludwig Jacobsen (cónsul alemán 1890), Ramón Espech (reportero del periódico “La esperanza”) etc...
Otra muestra palpable de la llegada de inmigrantes a Coronel es el sector donde se encuentra ubicada la población “La Colonia”, en las cercanías de la caleta “Lo Rojas”, cuyo nombre habría derivado por haber sido el sitio de establecimiento de comerciantes ambulantes de origen español, francés, italiano, árabes, etc...siendo habitual; cada vez que se necesitaban adquirir algunas cosas, dirigirse donde “los colonos”, apelativo con que se les designó en ese entonces.
Con respecto al crecimiento poblacional, este fue en extremo vertiginoso. Se calcula que para los primeros años de 1850, en pleno estado de gestación de la ciudad, había un número aproximado de 1500 habitantes, estos fueron aumentando progresivamente a medida que llegaron nuevos trabajadores para la industria.
Para el año de 1865, la realización del censo nacional, arrojó la cantidad de 4.274 habitantes para la subdelegación de Coronel que comprendía los sectores de Boca Maule, Buen Retiro, Corcovado, Merquén, Playa Blanca, Playa Negra, Puchoco y Schwager, teniéndose sólo en la villa, una cantidad de 2.132 personas.
En 1875, se contaron, 8.222 habitantes, en toda la subdelegación, de los cuales, 5.658 vivían en el área urbana de Coronel, lo que es un indicador de la transformación, en el curso de 25 años. Se tenía un porcentaje de 68% de población netamente urbana.
En el censo de 1885, se registró una cifra de 6.322 habitantes con un descenso notorio de aproximadamente 2.000 personas, acaecido en el periodo intercensal. Esto tiene explicación en dos sucesos, que a la larga, tuvieron injerencia directa en esta disminución. El primero es el conflicto bélico, iniciado en 1789, que llevó a Chile a un enfrentamiento con Perú y Bolivia en la llamada “Guerra del Pacífico”. El reclutamiento de hombres se hizo sentir en la zona carbonífera:
“...La sangría de potencial humano a las industrias productivas, debe haber sido muy seria, quedando la región del carbón despoblada de sus mejores obreros.”
El segundo suceso, está más ligado con la industria local, pues, la inundación de las minas de Puchoco- Délano en 1881, dejó una masa de mineros sin ocupación, se fija una cantidad de 2.000 desempleados tras la tragedia, aunque el número puede que esté muy exagerado, y lo que se haya querido expresar, fuese el número global de afectados, incluyendo a los mineros y sus familias; mas lo importante, es que, en la reubicación de estos, se habría producido la emigración hacia otros lugares, como Lota y Arauco.
La recuperación de la población, ya es manifiesta en el año de 1895, cuando nos encontramos con una cantidad de 9.571 pobladores, para la capital del departamento de Lautaro.
Transcurrido el decenio correspondiente, en el pleno siglo XX, el censo de 1907, dio a luz, la cifra de 13.271 habitantes, para ésta pujante ciudad portuaria-carbonífera y continuando con un notorio incremento para los años posteriores.
SEGUNDA PARTE CAPÍTULO III
“CORONEL EN EL SIGLO XX”
ESTUDIO DEMOGRÁFICO DE CORONEL: PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX.
La población de Coronel en el siglo XX se estabiliza y comienza un continuado ascenso hasta el día de hoy. La inestabilidad de la actividad minera, hizo que una gran masa de campesinos de Santa Juana y Arauco, principalmente, se concentraran en la ciudad dándole un inesperado crecimiento. Este, sin embargo es artificial, ya que el ascenso de la actividad minera provoca la inmigración hacia los campos cercanos a la ciudad. Al comenzar el siglo XX, Coronel parece una pequeña ciudad, pareada de otros pequeños pueblos campesinos, que al vaivén de la actividad industrial se mantienen a la expectativa, viviendo de una agricultura de subsistencia.
La inestabilidad de la población en el siglo XIX y a principio de siglo XX se aprecia de la siguiente manera:
- AÑOPOBLACION18755.65819852.29218954.5111.9075.2581.9204.72819309.019
En la década del treinta, la población se estabiliza, y el crecimiento poblaciones es alto. La mejora en la condiciones de vida, permite una baja mortalidad. La población de Coronel, comienza a tener el aspecto de puerto del pacifico sur, con una amplia bahía rodeada de cerros con la población viviendo en ellos.
Esto queda demostrado en los siguientes cuadros del censo de 1930.
- Distrito Playa BlancaCasasHombresMujeresTotalPlaya Blanca Y Playa Negra. Min60146150296Playa negra y Tren Tren. Min.16444791
- Distrito de CorcovadoCasasHombresMujeresTotalCorcovado.Cas.266361124Coronel. Ciud.8691.8202.2484.068uayo. Cas.5252045
Laurel Fund. 6151429Panguilemu Ciud.7172239
- Distrito MerquínCasasHombresMujeresTotalCoronel. Ciud.6331.4161.6103.020Villa Alegre. (Aldea)3811198209Yobilo. Cas.14323365
- Distrito SchwagerCasasHombresMujeresTotalArenas Blancas. Min.337367140Colonia. (pueblo)4279749381912Coronel. Ciud.4039329381870Rojas. Min.2325305651095
Schwager. Min. 1113293829045842
- Distrito Buen RetiroCasasHombresMujeresTotalBuen Retiro. Min.4131629Escuadrón. Fund.59226182408Posada. Cas.8232548
- Distrito CalabozoCasasHombresMujeresTotalCalabozo. Fund.17484088Miramar. Cas.38614San Jenaro. Cas.5121224San Jeronimo. Cas.7201939
CasasHombresMujeresTotalBahía de Coronel055055
Nota : Abreviación Min: Mineral Cas: Caserio Ciud: Ciudad Fund: Fundo
Esta planilla nos da una idea general de la zona de Coronel tanto urbana y rural. La ciudad de Coronel se encuentra asentada en parte de antiguos fundos, como Corcovado, Calabozo, y hasta el mismo Cerro Merquín.
Demográficamente la evolución de Coronel se presenta de la siguiente manera:
- AñoHombresMujeresTotal192010.0418.98319.00619309.54110.01519.656194013.50913.17826.687
Estos datos incluyen toda el área del departamento de Coronel, menos los distrito de la actual comuna de San Pedro.
La población de la ciudad en sí, aumentado notoriamente, y al antiguo casco de la ciudad surgen nuevas “villas” o villarrios que a medida que pase el tiempo se conurbaran en un gran Coronel.
En 1952 la ciudad antigua de Coronel tiene 6.767 habitantes, que agregaban a Schwager, Villa Mora, Yobilo y el Cerro la Virgen totalizan mas de 15.000 habitantes. Por esta conurbación el crecimiento se hará mas rápido que el vegetativo normal.
La población de Coronel, se desarrolla de manera normal, sin emigrantes o inmigraciones, sin embargo hay que agregar una nueva variable que son los habitantes de paso o transitorios de la ciudad, que gracias a las nuevas vías de comunicación más expeditas con Concepción, se comienza a notar, especialmente población rural y mano de obra minera. Además el ferrocarril permite un marcado desplazamiento norte – sur, en donde Coronel se transforma en ciudad de paso.
LA SOCIEDAD DE CORONEL EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
La sociedad de Coronel a comienzo del siglo, entra en una nueva fase de desarrollo. Las industrias carboníferas de la zona, el surgimiento de un comercio fijo en la ciudad por la actividad portuaria, provocaron una mayor concentración urbana de esta, dentro de la misma ciudad. Esta comenzaba a desarrollarse en base a presupuestos y proyectos que los fondos municipales daban por las exigencias de la población. Poco a poco comienzan a aparecer en la ciudad los primeros comerciantes importantes. El rubro es ocupado por varias familias de inmigrantes Europeos (Italianos y Españoles principalmente), quienes comienzan a formar sus primeras riquezas; esto crea un importante centro económico en la zona, consolidándose como ciudad autosuficiente de la capital provincial.
Los conflictos bélicos europeos de la primera mitad del siglo XX, dejan entrever cierto favoritismo para cada uno de los bandos en pugna. Mucha población trabajadora de las industrias carboníferas, tenía capataces y técnicos de origen Inglés, lo que los hacía tener y admiración por su trabajo. Esta admiración desarrolló un conglomerado simpatizantes con los Ingleses, sin mayor profundidad ideológica o casi sin tomar en cuenta la situación bélica precisamente. En cambio los habitantes afectos a los Alemanes, gratificaban los éxitos militares que estos obtenían, tomando en cuenta su inmensa desventaja. Aunque no existía un lazo ideológico de las partes, si se daba aprecio con situaciones de relación social. Un hecho de este periodo refleja el grado de relación sentimental que existían con los europeos involucrados en las guerras europeas. Al declararse la guerra entre Alemania y Gran Bretaña, los buques de los primeros se vieron en la imposibilidad de regresar a su patria, por encontrarse cercados por una superior Royal Navy, esto produjo que muchos buques con su tripulación Alemana fueran internados en puertos neutrales. En Coronel, el transporte “Nitokles”, con tripulación Alemana y en la imposibilidad de zarpar a puerto aliado y bajo la atenta mirada de los Británicos, se interno en el puerto, su tripulación inutilizó las maquinas del buque y lo abandono mientras el buque se hundía, la población expectante, recibió a los marinos y compartió la tragedia de estos extranjeros como propia (1939)
También las crisis económicas y políticas a nivel nacional e internacional, repercutieron fuertemente en la sociedad del puerto, las crisis de producción carboníferas produjeron una cesantía de grandes proporciones; la población se vio afectada por la falta de elementos básicos: agua potable, vestuarios, alimentos, etc., ocasionando graves desmanes. Durante los desórdenes ocasionados por el cierre de las minas de Buen Retiro, la población exaltada cometió varios desmanes en las instalaciones del lugar, no contento con ello, acometieron y dieron muerte al guardián de las instalaciones mineras apellidado Alé, cargándole un cartucho de dinamita por la espalda.
También las crisis económicas y políticas a nivel nacional e internacional, repercutieron fuertemente en la sociedad del puerto, las crisis de producción carboníferas produjeron una cesantía de grandes proporciones; la población se vio afectada por la falta de elementos básicos: agua potable, vestuarios, alimentos, etc., ocasionando graves desmanes. Durante los desórdenes ocasionados por el cierre de las minas de Buen Retiro, la población exaltada cometió varios desmanes en las instalaciones del lugar, no contento con ello, acometieron y dieron muerte al guardián de las instalaciones mineras apellidado Alé, cargándole un cartucho de dinamita por la espalda.
Comenzando la década del cuarenta, la ciudad ha experimentado un cambio silencioso y transcendental. Su economía se transformaba lentamente, de una ciudad dependiente de la industria carbonífera a un gran auge comercial Esta última será la confirmadora de una elite local, detentando medianas fortunas que se invertían en dicha ciudad, a través de la acción edilicia. Se propone proyectos de agua potable para las nuevas poblaciones, bibliotecas, pavimentaciones de calles, etc.
Los mayores exponentes de esta actividad fueron los Italianos llamados popularmente como “Bachichas”, familias como los Pastorini, Olivieri, Cafarenna etc., también algunos inmigrantes españoles que habían llegado durante la guerra civil de su patria, dedicándose derechamente a los negocios tradicionales, como panaderías y carnicerías, el más representativo de la ciudad es Sánchez (el coño). Pero también los hubo criollos como los Burgos, Vargas, Moras, González, etc., con el paso del tiempo el comercio coronelino fue perdiendo su importancia por efecto de que no lograron mantenerse frente a la marea de mercaderías de Concepción que por el nuevo puente finalizado el año 1943 llegaban con mayor facilidad. Esta situación fue aprovechada por los comerciantes de mayor capital económico que lograron emigrar hacia la ciudad capital allende al Bío-Bío.
La década del treinta y cuarenta es la de confirmación económica de la ciudad de Coronel. La ciudad genera vida propia, las reuniones sociales se hacen cotidianas, los casamientos compiten en magnificencia, el segundo piso de la estación se engalanaba para llevar a cabo continuas festividades y esta la política se discute ardorosamente en el club radical. Este pequeño grupo de comerciantes, comienza a emigrar de la ciudad y a invertir en otros lugares, lo que irá provocando un estancamiento en los ingresos del comercio y por ello de pocas obras públicas, después de la década de los cincuenta
Las variaciones políticas o económicas, produjeron cambios en la mentalidad de los comerciantes, por ello éstos se adaptaban a las circunstancias, sin embargo los que no podían adaptarse era el obrero y su familia.
Si bien, la mayor parte de la población de Coronel vivía del salario minero, que significaba cierta estabilidad en los ingresos, los precios ocasionaban un duro choque para los habitantes.
Tomando como base un sueldo de $180 pesos, los gastos primarios de la población, se satisfacían, pero la realidad le incluía, el alcohol, fiestas y gran número de niños por familia. En cambio un ejecutivo medio del carbón ganaba $600 pesos, lo que lo hacía a veces un prestamista de los trabajadores. El pueblo de Coronel, conoció el rigor de la vida minera, pero lograr darle una vida de escasez, mediante la apertura de otras actividades económicas, como la agricultura, el comercio y actividades caleteras.
Si existía una actividad que lograba entretener y unir a la población, era el deporte. El football prendió con gran fuerza a principios del siglo, y ya en la década de los veinte, Coronel disponía de una propia liga deportiva, que se medía con los seleccionados de Curanilahue y Lota.
En la zona de Maule, se practicaba el Cricket, con gran participación de los ingleses residentes, además del Golf y Polo en los años cincuenta. El deporte surge como buena solución para el grave problema del alcoholismo, y hasta la misma empresa carbonífera prepara grandes reuniones y campeonatos para la entretención de los obreros.
En contrapartida, la década del veinte, se vivió un fenómeno de proliferación de cantinas de manera casi incontrolable; ya sea en la ciudad y zonas aledañas, el alcohol se transforma en una bebida de consumo irremplazable, existiendo más de doscientas cantinas legales e ilegales, tal oferta permitía un precio al alcance de todos, y su fiscalización era imposible, el alcoholismo mantiene la esperanza de una vida muy baja y produce muchas enfermedades, sin contar con toda la repercusión social que deriva de esto, riñas, duelos y verdaderos combates, liquidan a los hombres mas jóvenes, dejando a familias en total miseria y produciendo la escasez de brazos en reiterados momentos.
Otra lamentable situación que se arrastra desde fines del siglo pasado, es la de la prostitución, legal e ilegal. Esto será el comienzo para provocar las altas mortalidades en la sociedad minera de Coronel en las primeras décadas del siglo XX, como consecuencia de las enfermedades venéreas.
Finalmente otros de los aspectos negativos del obrero en la zona del carbón, es el alto grado de delincuencia y riñas, aunque el resguardo es fuerte, es imposible evitar que casi todos los hombres porten el arma blanca, lo que los hace ser un peligro constante.
Ya en la década de los cuarenta la sociedad vive bastante distinta que en las primeras décadas, la prostitución es alejada del centro de la ciudad, evitando el espectáculo al aire libre, el control policial es mucho más efectivo y las riñas comienzan a desaparecer. El alcoholismo se controla con estricto rigor, especialmente en la zona urbana de la comuna. Sin duda, el avance material y social ha permitido entregar generaciones totalmente desligadas de la actividad minera, en disminución en estos años, y la sociedad de Coronel comienza a formarse independientemente de la actividad carbonífera. Nuevas escuelas, mejoramiento del espacio urbano y de las vías de comunicación, comenzaban a dar a Coronel una posición principal en la zona hasta las riberas del bajo Bío-Bío.
La autonomía que el comercio dio a Coronel se reflejó correspondientemente en las arcas municipales.
La sociedad de Coronel a pasado de una forma de vida mayoritariamente minera a una más marcada influencia comercial. La abundante población urbana de los fundos cercanos comienza a llegar a la ciudad, dando nacimientos a las nuevas poblaciones, estas se formaban repentinamente, lo que ocasionaba un fuerte desembolso del municipio para las vitales comodidades de las personas.
El transito de la ciudad minera a ciudad comercial, no será la ultima transformación de Coronel. La actividad portuaria y la industria sucederán al tradicional comercio de calle Montt, en la segunda mitad del siglo.
LA BATALLA DE CORONEL
El estallido de la primera guerra mundial, en agosto de 1914, es visto en Chile como un lejano enfrentamiento europeo en donde los bandos criollos optaran por pura simpatía al bando de los aliados o al de los países del eje. En los primeros se encuentran los Anglófilos, chilenos de costumbres inglesas, unidos a fuertes intereses económicos, por detentar estos la supremacía comercial mundial. En los últimos toda la gama de funcionarios militares y educadores principalmente, alemanes que en nuestro país tenían gran acogida, los germanófilos.
No resultaba extraño que unidades de la Royal Navy patrullaran nuestras costas desde el inicio de las hostilidades cuya misión era la de neutralizar cualquier buque de bandera alemana. Para Chile esto tenia gran importancia, ya que, gran parte del comercio nacional se desenvolvía con Alemania, la situación era similar, todo buque con pabellón Ingles sería capturado o destruido en cualquier parte, esto significaba la violación de cualquier jurisdicción oceánica que, en el caso de Chile, es de gran impacto.
Como era de esperar todos los buques Alemanes tuvieron que escapar de sus bases en Asia y Oceanía, e inevitablemente convergerían al pacifico sur, para interceptar el trafico mercante y lograr pasar al Atlántico.
El plan Británico era de vigilar los movimientos de los Alemanes, y esperar la ocasión propicia para enfrentarlos. Pero esta ocasión seria sorpresivamente para los Alemanes quienes no esperaban enfrentarse en las costas de chile con unidades inglesas.
El comandante de la formación Alemana era el almirante Graff Von Spee, marino de gran reputación, quien navegaba con dos de sus hijos. Su escuadra se componía de las siguientes unidades:
Cruceros acorazados, "Scharnhorst"
"Gneisenau"
Cruceros ligeros, " Leipzig"
"Dresden"
"Nurberg"
La fama de la flota de Von Spee radicaba fundamentalmente en la alta preparación de sus artilleros, los mejor catalogados de Alemania, además los buques eran modernos, (menos de diez años de antigüedad) y rápidos, superiores a los Británicos, sin embargo, el mayor peligro que enfrentaba Von Spee era la escasez de pertrechos para una larga navegación, y la lejanía de puertos amigos, era una flota corsaria, que solo dependía de su numero.
Mientras tanto la Royal Navy habrá desplegado un inmenso operativo en todos los océanos y mares, para el rastreo de los buques Alemanes, táctica que le dio buenos resultados, aunque no faltaron las sorpresas.
Una de estas sorpresas fue la que decretó el crucero británico "Glasgow” quien logró interceptar emisiones radiales de un buque Alemán el Leipzig creyendo que este buque navegaba solo, las unidades Británicas, esperaron tener mayor certeza sobre su rumbo, y luego atacarlo.
Similar situación viven los alemanes, ellos logran descubrir al Glasgow en Coronel, y la escuadra completa se dirigió a su encuentro, si sospechar de la presencia de otros tres buques Británicos.
En definitiva los Ingleses, al mando del contraalmirante Cradock disponía de los siguientes buques:
Crucero acorazado: "Good Hope"
Cruceros ligeros: "Monmouth"
"Glasgow"
Crucero auxiliar: Otranto.
El choque entre las escuadras se produce el 1 de noviembre de 1914 frente a las costas de la bahía de Coronel. Para los Ingleses el combate se hace ineludible, a pesar de contar con desventaja, estos últimos confiaron en mantener a distancia los fuegos Alemanes y esperar refuerzos, pero los Alemanes se adelantan a cualquier movimiento enemigo y fuerzan máquinas para el combate. Aprovechando su mayor velocidad y su mejor artillería comienzan a castigar duramente al Good Hope, hasta que logran producirle una gran explosión, aunque el sol está frente a los Alemanes, las siluetas de los buques británicos se reflejan claramente, se transforman en blancos perfectos, a los pocos minutos los británicos deciden romper formación, cada buque Alemán ataca a un británico, el combate es desesperado
El "Good Hope" se hundía con toda su tripulación y el "Monmouth" trataba de retirarse, pero el rápido "Nuremberg" logro aceptarle nuevas descargas, provocando su hundimiento con toda su tripulación, sin poder hacer nada más, el "Glasgow" y el "Otranto" se retiraron del combate, defendiéndose contra los últimos cañonazos Alemanes.
La flota vencedora regresa a Valparaíso y recibe estruendosamente a sus tripulantes.
Von Spee, sabrá muy bien que debido al combate su posición había sido plenamente reconocida y que varias flotas halladas convergían para vengar el combate.
La batalla de Coronel, produjo un gran impacto dentro de la sociedad criolla. En Santiago algunos políticos proclamaban acalorados discursos de una intervención a favor de Alemania, mientras otros trataban de dar las mayores facilidades a los buques Británicos que atracaban en puertos Chilenos, llevando grandes cantidades de salitre.
En Coronel, la población se mantuvo expectante ante un nuevo enfrentamiento, pero lejos, en las Malvinas, se acababa toda esta gran travesía de los buques Germanos.
Al final del conflicto, las autoridades municipales y representante de la colonia y autoridades de Inglaterra, conmemoraron este celebre combate, que hoy se encuentra simplemente recordado por una placa en la plaza 21 de mayo de la ciudad. A fines de la década de los ochenta, el mismo almirante Merino Castro e importantes personeros Ingleses en Chile rindieron un recordado homenaje al combate de Coronel, haciendo que muchas personas se enteraran de un episodio tan desconocido y que ha hecho que el nombre de la ciudad de Coronel se encuentre presente en la historia naval Británica y en la misma historia universal.
CAPITULO IV “EL PRINCIPIO DEL FIN”
“RETROSPECTIVA DE UNA DECADENCIA”
Las primeras décadas del presente siglo, marcan una evolución negativa de la industria del carbón en la zona de Arauco. Las dificultades para realizar de buena manera la explotación de las minas fueron variadas y reiterativas en el transcursos de los años; Esto generó un período de acentuadas crisis que, a la larga, derivaron en una inminente decadencia y extinción de las labores mineras en las ciudades de Coronel y Lota.
Entre los factores que provocaron el colapso tenemos, los altos costos de producción a consecuencia de la mayor distancia y profundidad de los frentes carboníferos, lo que incidía directamente en la elevación de dichos costos, haciendo, aún mas, compleja la extracción del mineral, debido a que la inversión en materiales técnicos adecuados era de suma consideración.
Otro agravante para la época es la pérdida de mercados trascendentes y la competencia de nuevos combustibles energéticos, que provocaron cambios profundos a nivel mundial; De tal forma el carbón – que fuera el puntal fundamental de la Revolución industrial – tuvo que ceder ante un competidor más eficiente y económico, el “petróleo” que conforme pasó el tiempo, fue ocupando un lugar más preponderante. A lo anteriormente dicho, hay que agregar, el incremento de la utilización de la electricidad como una nueva fuente de energía en ciertas empresas nacionales.
En los años de la “primera guerra mundial”, se pudo registrar una mayor estabilidad de la industria carbonífera, que llegó a marcar un promedio de 1.502.000 toneladas entre los años 1914-1918. sin embargo, las condiciones favorables que trajo la guerra fueron prácticamente efímeras; pronto se desvanecerían estos instantes de esperanza, luego, la paz detonó una época de desvarío económico en el mundo.
La década que va entre los años 1919-1929, se transformaría en la “arena” en que se desarrollara el combate por la supremacía en el mercado de los combustibles, el primer asalto que tuvo el petróleo como vencedor.
Ya en los inicios del tercer lustro del siglo, se aprecia una declinación en la demanda del carbón nacional en sus principales mercados como lo fueron los ferrocarriles del estado y navíos mercantes que, en su conjunto, representaban un porcentaje superior al 80% del consumo:
Las grandes fundiciones del norte del país ya no demandaban lo de antes, estas que se habían constituido en el consumidor mayoritario de carbón desde las primeras explotaciones habíanse transformado en un reducido mercado.
Para el año de 1914 vendría un fatal suceso para la industria carbonífera, este fue la apertura del canal de Panamá, que luego de una década de construcción pudo habilitarse para entonces; esto produjo el descalabro, un revés impensado, puesto que, el circuito de navegación mundial cambió por completo, las distancias se acortaron, facilitando el traslado de un punto a otro. En forma inmediata disminuyó el tráfico de barcos por las costas de nuestro país, ya no era necesario para los navíos provenientes de Europa el tener que cruzar el “estrecho de Magallanes” y proveerse de carbón en los puertos de Lota o Coronel, pues, la existencia en la zona del canal de instalaciones con grandes stocks de carbones galeses y australianos, permitían a las naves abastecerse a un costo muy bajo, por lo que les era mucho más provechoso la nueva ruta.
La declaración de guerra ese mismo año produjo un repentino estupor, haciendo bajar la producción bruscamente; mas, las consecuencias posteriores serían beneficiosas. En un primer instante, la cantidad de carbón extraído llevó a 944.829 toneladas en el tiempo que estalló el conflicto; sin embargo, se reaccionó inmediatamente, lográndose durante los años de la “gran guerra” producir un promedio de 1.500 toneladas; así la producción neta de carbón entre 1915 y 1919 alcanzó a las siguientes cifras:
PRODUCCION DE CARBON ENTRE EL 1915 Y 1919
AÑO | TONELADAS |
1915 | 1.720 |
1916 | 1.474 |
1917 | 1.539 |
1918 | 1.516 |
1919 | 1.485 |
Una vez terminado este impasse bélico, los productores nacionales no pudieron enfrentar los nuevos requerimientos del mercado; dentro de la oferta se generó una amplitud mayor de fuentes de energía, que irrumpían de pronto y empezaban a desplazar al combustible fósil nacional. De forma irremediable el carbón fue perdiendo terreno.
En efecto, el petróleo se convirtió en el más temible de los adversarios, luego que, se acrecentase su empleo desde los albores de este siglo. La internación de crudo al país fue paulatinamente evolucionando, en elaño1913 fueron 402,349 toneladas de petróleo consumidas, estas continuarían in crescendo hasta alcanzar las 780,039 toneladas para 1918 bajando a 567,442 toneladas en el 1919.
Los consumidores más asiduos de crudo fueron los barcos mercantes, la industria salitrera y la del cobre; las ventajas de este hidrocarburo eran enormes, su precio, su poder calórico, (se comprobó que 588 tn. de petróleo poseían igual efecto térmico que 1000 tn. de carbón galés) su fácil transportación y almacenamiento.
El total de consumo para el año 1924 fue de 813.000 tn. cifra que se distribuye entre la “Chile exploration Co”, ocupando para su planta cerca de 200 tn. y el resto del combustible internado fue a dar a la industria salitrera y sus ferrocarriles. Los motores diesel se instalaron en la zona norte del país principalmente. En el año 1925, según el boletín estadístico, la cantidad de combustibles sólidos y líquidos importados al país fue:
COMBUSTIBLE | TONELADAS |
CARBON | 196,79 |
PETROLEO | 859,430 |
Para poder suplir las importaciones, se debía aumentar la productividad de las minas, así de esta manera, por las 196,790 tn. de carbón importado, la industria nacional habría tenido que producir 216,469 tn. más 1,289,145 tn., para el petróleo; Es decir, unas 1.500 toneladas, agregándosele la cantidad normal para el periodo que fluctuaba cerca de las 1.400 tn. La producción total de la industria tendría que haber bordeado las 3.000 tn. para reemplazar a los combustibles importados; Por demás está decir que, era una meta difícil de lograr.
En el año de 1927, y cuando la situación se tornaba realmente adversa, se dictó un decreto que establecía un impuesto progresivo al carbón y petróleo importado, con esto se pretendió proteger al combustible fósil nacional, obligando a las empresas a su utilización, sobre todo a las salitreras.
La preocupación era total ante tal amenaza y se hacían todos los esfuerzos posibles para detener la avalancha de crudo que inundaba el mercado. La “Compañía chilena de navegación interoceánica” adoptó la medida de transformar sus calderas – por entonces se abastecían con petróleo – para que se utilizara carboncillo y, así, poder ampliar un poco el consumo de nuestros combustibles, impidiendo con esta medida la fuga de capital nacional, sin embargo, la iniciativa, aunque un extremo loable, no tuvo los resultados esperados, ya la situación era muy difícil de revertir.
Los porcentajes, cada vez mayores, de hidrocarburo ingresado por los puertos comprendidos entre Valdivia y Coquimbo eran notorios.
Los efectos de la ley de protección al carbón, no se hicieron sentir de la forma que se esperaba, puesto que, el gravamen era demasiado bajo y el aumento progresivo muy lento, esto lo hizo ineficaz ante la entrada casi sin obstáculos del crudo al país.
Toda tentativa, independiente de su origen, quedaba fuera de tono ante la efectividad de los energéticos extranjeros; es más, la evolución general de la demanda había dado un giro trascendental en el primer cuarto de este siglo. Esto reflejaba la fragilidad de la industria del carbón, que no podía competir ante mejores productos, los cuales otorgaban mayores garantías a las empresas consumidoras y aunque el periodo post- bellum trajo el descenso de las exportaciones de salitre, con la consiguiente declinación de la industria, la “reconversión” energética ya estaba en pleno auge.
Por otra parte, se generó también a comienzos de siglo el empleo de la energía eléctrica, como une fuente más para llevar a cabo algunos procesos mineros, manufacturas, alumbrado público – Coronel lo tuvo desde el 1910 – transporte ferroviario, etc. Las grandes fundiciones como “Chuquicamata”, “El teniente” y “Potrerillos”, utilizaron la electricidad en el proceso de refinación del cobre, entre los años 1906 y 1927 . El ferrocarril representaba a principios de siglo el mayor consumidor de carbón, pero, a contar de 1912 se inician estudios para ver la posibilidad de electrificar el tramo de Santiago a Talca. Estos proyectos se hicieron realidad diez años más tarde, cuando se dotó de electricidad al tramo Valparaíso – Santiago y las Vegas – Los Andes, los trabajos comenzaron en el 1921 y quedaron concluidos para el año de 1925. La electrificación de las vías señaladas significó una perdida de 80 a 100 mil ton. para la industria carbonífera.
Ya en el aquel entonces, se visualizaba la real potencialidad de la hidroelectricidad como fuente energética y el aporte que se podía obtener de ésta a futuro:
“... Los recursos de energía hidráulica con los cuales cuenta el país son grandes; Aún sin recurrir a trabajos de embalse y regulación del régimen de los ríos, el aprovechamiento de las caídas de aguas practicables en ríos y canales pueden satisfacer la demanda de energía del país por muchos años y hasta llegar a un estado de gran progreso en su desarrollo industrial.”
En illo tempore, la capacidad de generación de energía eléctrica o potencia instalada en el país era de 121.719 kws aproximado, la cual, se producía por distintos tipos de motores:
- MOTORESKW PRODUCIDOS%De vapor a carbón6,8315,6%A gas y leña1,5231,2%Petróleo52,10242,7%Hidráulico61,26350,5%
La producción de electricidad a través de la utilización del petróleo, está
lejos en comparación con la del carbón; sin embargo, se debe decir que, esto no obedeció a un sentir de desprecio por el combustible nacional, de parte de las grandes industrias, pues, éstas no se hallaban del todo seguras de un abastecimiento constante de carbón, por causas de los distintos trastornos productivos que provocaron los conflictos entre trabajadores y las empresas carboníferas; se pensaba que en cualquier momento se podían quedar sin combustible para realizar de buena forma sus faenas. En la década del 1920 las huelgas provocaron una disminución de la producción de más de 300.000 tn. lo que sumado a la carencia de mercado y la crisis económica produjeron la postración de la industria del carbón en zona.
“REACTIVACIÓN Y DECLIVE”
Los años treinta presentan parámetros muy distintos a los anteriores períodos, debido al mejoramiento sustancial de la industria carbonífera. Desde el año de 1934 en adelante las cifras de producción tuvieron una considerable ascensión como lo demuestra el siguiente cuadro:
PRODUCION DE CARBON ENTRE LOS AÑOS 1931 - 1941
- AÑOSTON. PRODUCIDAS19311.100,38319321.080,08519331.580,06119341.807,52719351.899,93619361.874,80419371.988.37119382.043,73819391.850,34819401.939,05919412.060,271
Fue rápida la estabilización en la etapa posterior a la gran depresión financiera mundial; más aún, hubo una recuperación de los mercados produciéndose una relativa prosperidad que declinó finalizando la década por factores de tipo natural, como lo fue el terremoto del 1939 que, obviamente, hizo descender la productividad de las compañías mineras: pese a todo, estas dedicaron todos sus esfuerzos para abastecer la demanda de los ferrocarriles del estado, compañías de gas, plantas termoeléctricas, etc.
Por entonces, la “Compañía Carbonífera y de Fundición Schwager” había logrado aumentar y estabilizar su producción, aportando un porcentaje importante al mercado interno, con una cantidad que promediaba las 2.000 toneladas diarias se mantenía en buen pie para afrontar los requerimientos energéticos del país. Lo producido por Schwager entre 1934 y 1943 fue lo siguiente.
- AÑOTONELADASAÑOTONELADAS1934590,001939717,1451935610,0001940597,8311936590,0001941597,5761937681,0751942628,2611938745,2991943584,129
Las cifras revelan una producción que puede ser definida como in extremis sinuosa y cambiante, con períodos de alza bastante breves que tiene su “peak” en el año 1938 y, que luego, se acentúa hacia un descenso abrupto.
Desde el 1940 al 1943, lo cual, se explica en hechos puntuales como son el ya mencionado cataclismo del ’39, y el desarrollo de la “segunda guerra mundial”, que provocó una constricción de las economías.
Sin embargo, el mercado interno representó una fuente de consumo de alrededor de dos millones de toneladas, aunque, este siempre estuvo sujeto a variaciones pronunciadas por motivos que están ligados a la aparición y desaparición de algunas industrias.
La creación de la “Compañía de acero del Pacífico” S.A (C.A.P.) que fue organizada en el año de 1946, con aportes de la Corfo, instituciones del estado y particulares, dio un nuevo impulso a la industria minera regional. La planta de Huachipato, proyectada para una producción de 203,000 toneladas de lingotes de fierro, suscribió contratos con las empresas carboníferas de Schwager y Lota, las cuales, se comprometían a abastecer la usina con una cantidad de 260,000 toneladas de carbón, constituyéndose esta industria en un nuevo mercado para el combustible fósil.
El incremento productivo continuaría hacia mediados de la década de 1950, registrándose una cifra de 2,5 millones de toneladas; Esta recuperación de la industria fue la consecuencia de políticas estatales, como el llamado desarrollo hacia adentro que procuró incentivar la industrialización, teniendo al estado chileno transformado en el organismo protector de las actividades económicas.
A partir de entonces vendría la debacle con la reactivación del mercado internacional después de finalizada la guerra, este periodo traería consigo la expansión del petróleo de forma definitiva, el que se impondría fácilmente por sobre las demás fuentes de energía. En un lapso de veinte años, si se toma como referencia el año 1945, se puede observar el progresivo aumento del consumo de crudo en el país:
% 1945% 1955% 1965PETROLEO3945,456,9CARBON4,738,221,7HIDROMECANICA14,316,321,4
El declive del carbón produjo gran preocupación, puesto que, se veía cada vez más dificultoso levantar la producción, teniéndose un sostenido crecimiento en los costos de extracción, que producía fuertes pérdidas operacionales; a esto se le suma los marcados niveles de endeudamiento de las empresas carboníferas, lo que hacía insostenible y oscuro el panorama a futuro. Todo esto derivó en la fusión de las compañías de Schwager y Lota, formándose en 1964 la “Carbonífera Lota-Schwager S.A.” solución de parche para tratar de paliar una situación que se hacía insostenible.
LOS ULTIMOS VEINTE AÑOS DE LA INDUSTRIA DEL CARBON
“LA CAIDA DE UN GIGANTE CON PIES DE BARRO”
A inicios de la década del ’70, y por efecto de la crisis minera, la corporación de fomento de la producción (CORFO) pasó a ser la propietaria y administradora de las compañías carboníferas; En tal sentido, en el año de 1973 se creó la “empresa nacional del carbón” siguiendo la línea del proteccionismo estatal, que procuraba mantener la actividad extractiva en base a criterios de orden político y social. Sin embargo, con posterioridad a esta fecha y en un sistema económico liberal, la industria comienza a experimentar ingentes problemas a causa de la fuerte competencia externa.
Lo precedente se hace notar en los montos de producción de Enacar entre los años 1973-1977:
PRODUCCION DE ENACAR 1973-1977
(MILES DE TONELADAS)
- AÑOSLOTA-SCHWAGERARAUCOTOTAL19739863071,29319741,0183841,40919751,0403941,43419769103351,24519779573431,300
Se advierte una ínfima alza productiva de los años de 1974 y 1975, para luego, decaer precipitadamente. Esta constante disminución en la cantidad de carbón extraído se fundamenta en la situación económica- financiera que vivía Enacar en la época, por los altos costos de producción estaban muy por encima de lo deseado, debido a que los yacimientos explotados, tenían los frentes a una distancia de 8 a 10 Km. Esto implicaba un mayor apoyo técnico para laborar en ellos, así, el gasto porcentual por costos de producción era de 80% en remuneraciones, 12 % en materiales y un 8% en servicios.
Se necesitaban medidas adecuadas que tendiesen a racionalizar las operaciones de la empresa, la consigna era minimizar las pérdidas que a esa altura eran demasiadas; Enacar desaprovechaba unas 200 mil toneladas de carbón aproximadamente, por un mal manejo y la ineficiencia de sus instalaciones. La racionalización empezó por reducir las obligaciones contraídas con instituciones de tipo deportivo y social de la zona; al igual que, bajar la producción y el personal.
CUADRO DE TRABAJADORES DE ENACAR 1971-1979
- AÑOPERSONAL197114.576197215.329197315.743197415.783197515.578197614.777197714.199197812.87119798.209
La reducción del número de trabajadores en el año 1979, correspondió a efectos de la ley Nº2.469 de 21 de enero de 1978, que incentivaba el retiro voluntario con doble indemnización, en el año ’79 se registraron un total de 3.908 inscritos para abandonar las minas, de los cuales, 2.564 ya se habían retirado, el resto lo hizo en el transcurso del segundo semestre del año mencionado.
La suma que Enacar debió cancelar por indemnizaciones ascendió a los 308 millones de pesos, a un total de 1.411 operarios que se acogieron a retirado por ese entonces. Estos pagos fueron factibles a través de un aporte estatal de US 56 millones de dólares; Este dinero también sirvió para paliar las deudas que la empresa tenía en el mercado de capitales e instituciones previsionales.
El punto álgido vivido in illo tempore, lo representa la decisión tomada por autoridades de gobierno y directivos de Enacar de cerrar definitivamente el mineral de Schwager. La noticia causó estupor entre los trabajadores, representantes edilicios y toda la comunidad. La determinación se hizo en base a las pérdidas operacionales arrojadas por Schwager, que se elevaban a un monto de 10 millones de dólares, lo que representaba el 50% del déficit total de Enacar. Para que la compañía Schwager fuera rentable debía poder producir unas cuatro mil toneladas diarias, lo que estaba muy lejos de las mil que producía; además, el precio que obtenía por tonelada de carbón extraída era de 36,45 dólares, inferior al precio que se pagaba por una de Lota, que era vendida a 41,9 US.
El plan de reducción de Schwager debía estar finalizado totalmente en el año 1979, esta resolución había sido adoptada previo estudio comparativo de los cinco minerales explotados por Enacar. Las maquinarias pretendían ser utilizadas en los otros yacimientos para facilitar el aumento de producción de estos.
Los efectos sociales que tendría el cierre de la mina, llevó al gobierno a un plan de cinco puntos, para tratar de amortiguar tan duro golpe, dentro de los cuales se pueden destacar:
- El otorgamiento de una indemnización adicional a los que deseen retirarse voluntariamente de la empresa, cuyo monto máximo alcanzaba a 420 U.T.M. (450 mil pesos).
- Cancelar los gastos de traslado del trabajador hacia otro lugar que él elija, exceptuando las regiones Quinta, Octava, y área metropolitana; el pago cubría el traslado de familia y enseres.
- Adquirir cualquier bien raíz (casa, propiedad u otros) que posea el trabajador y dificulte su traslado a otras ciudades.
Entre otros beneficios, se procuró dar capacitación gratis por un año a quiénes se interesaran seguir algún estudio, dándosele al mismo tiempo un subsidio equivalente a la mitad de un ingreso mínimo de $1.160 pesos al mes.
Ante esta crisis las gestiones no se hicieron esperar, dirigentes sindicales presentaron sus argumentos para evitar el cierre, aduciendo que Schwager era la mina más preparada de Enacar, que la pérdida de diez millones era falsa calculándose sobre una curva hipotética proyectada con demasiada anticipación y no acorde a la realidad, y que era de sólo 5 millones de dólares, además que Schwager poseía reservas mayores y más cerca que las que tenía Lota.
Los momentos de impaciencia y angustia fueron múltiples, sólo se podía imaginar la catástrofe que se originaría si se cerraba la mayor fuente laboral de la comuna. En vista del revuelo, se anunció a mediados de diciembre de 1978, el no cierre de la mina Schwager. Tal manifiesto fue causa de una de las mayores alegrías en la historia de la comuna de Coronel, no era para menos, la noticia había traído el optimismo nuevamente.
La reafirmación de la mantención la dio el gerente general de Enacar, el coronel de ejército Sergio Valenzuela, quién manifestó que:“ tanto la empresa como el gobierno respetarán la promesa sobre el mantenimiento durante el año 1979”. Sin embargo, la producción del establecimiento debió reducirse a unas 200 mil toneladas anuales, también el personal sufrió mermas, de 3.900 operarios se pasó a poco más de 1.500. Lo que en el fondo se pretendía era darse tiempo para poder tomar una decisión definitiva.
Estudios realizados por Enacar indicaron que el establecimiento de Schwager podía obtener resultados aceptables su fuese una entidad independiente. Este enfoque sirvió para que surgiera el interés de traspasar a sector privado la mina, ya sea, por venta o arriendo. De esta forma, Enacar propuso la creación de la “Filial”; pero, de no existir interesados en el sector privado para la toma de la administración de ésta, Schwager se convertiría en arrendataria de Enacar, como sociedad completamente independiente.
Así se dio nacimiento a la “Compañía carbonífera Schwager” Limitada, Filial de Enacar, con existencia legal desde el 26 de diciembre de 1979. La empresa tenía una duración de cinco años prorrogables por periodos iguales y sucesivos, su capital de inicio fue de $500 mil pesos, de los cuales, Enacar puso el 95% ( 475 mil pesos) y SACOR un 5% ( 25 mil pesos) El directorio quedó integrado por: Rigoberto Rubio, presidente; Victor Renner, vice-presidente; Sergio Vial Faundes, Sergio Valenzuela Ramirez (todos pertenecientes a Enacar) y Hugo Alfonso Aracena (SACOR). Como gerente general de la compañía quedó Patricio Contesse González.
Inmediatamente se empezó a seleccionar el personal de Schwager, se debían dejar a 518 trabajadores de producción, los que fueron recontratados a partir del primero de febrero de 1980; 338 se trasladaron a Lota y 272 permanecieron en labores de superficie. Los sobrantes, que eran un total de 535, debieron dejar la empresa por enfermedad 237 y el resto fueron despedidos. ( 318). Posteriormente, la carbonífera debió contratar por su cuenta alrededor de mil trabajadores para completar una dotación de 1.800 hombres.
La situación dada en la década de los ochenta no fue muy distintas a la anterior, mostrando un panorama adverso en cuanto a cifras de producción:
PRODUCCION DE CARBON ENTRE LOS AÑOS 1980-1990
( MILES DE TONELADAS)
- AÑOSENACARSCHWAGERTOTAL NACIONAL1980768177.29961981860268.31.14719826832469751983670307.9_19847263101.3071985713328.91.2411986836329.61.44119877503451.7311988791351.42.4701989675328.22.40019907653412.450
La producción de ambas compañías durante la década estuvieron sujetas a fluctuaciones bastante acentuadas, esto debido a factores de tipo externo, como la recesión económica que afectó al país a comienzos de los ’80 la cual, llevó a las empresas carboníferas a la toma de medidas drásticas para abaratar aún más los costos y propender a disminuir la extracción a causas del fuerte descenso de las ventas del mineral. Se trató, incluso, de reducir la jornada de trabajo a cinco días a la semana, de martes a sábado, lo que fue desestimado por los trabajadores que veían mermados sus ingresos en un 45%.
Las ventas de Enacar para el primer semestre de 1982 fueron de 280.821 toneladas, lo que representó tan solo un 59% comparado con igual periodo de 1981.
El promedio de producción para la década fue de 1.500 tn, aproximadamente, ambas empresas aportaban el 70% del carbón de la región del Bío-Bío y el 50% a nivel nacional. La compañía Schwager S.A, tuvo un comportamiento para el período 1980-1990, bastante estable, con tendencia a una producción en aumento, participando con un 14% al total nacional. Los mercados como los termoeléctricos, que llegaron a consumir un 60% de la producción de las minas de la zona, el otro 40% se distribuyó entre la industria minera del norte, siderúrgica, gas, etc.
Las causas de la prolongada sequía de finales de la década (1988-1991) implicó la dependencia de carbón por parte de las centrales termoeléctricas, pero, este breve lapsus de auge pronto pasaría y haría descender la producción en forma dramática; ya se hacía insostenible mantener las explotaciones- sobre todo en Schwager- de estas minas subterráneas que, ante la internación de carbones importados de menor precio y calidad de yacimientos superficiales (colombianos, venezolanos, australianos y sudafricanos) y la tendencia del precio a la baja en el mercado internacional; Consecuencia de energéticos de sustituto, terminaron por propinar la última y más profunda estocada a la industria.
En el mes de diciembre de 1991, los despidos se hicieron numerosos en Schwager, en un tiempo cercano a los dos años, se registró un número de 4.712 personas que se retiraron de las compañías mineras de Lota, Schwager y Carvile, incentivados por la ley 19.129, 2.029 de ellos la hicieron voluntariamente con el beneficio de pensión por 55 años de edad (puente de jubilación) y 25 de trabajo en superficie.
A partir del 31 de marzo de 1994, y luego, del despido de 500 trabajadores que fueron indemnizados con dos millones de pesos para cada uno, el mineral de Schwager continuó las explotaciones a cargo de contratistas, mientras se desmantelaba la mina de todos sus equipos y máquinas para ser vendidos. Paulatinamente, se ponía fin a la azarosa historia de la minería del carbón en la ciudad de Coronel, que se extinguió en forma definitiva a fines del año de 1995.
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Prensa:
- Periódico “La Esmeralda” (Coronel)
- Diario “El Mercurio”
- Diario “ La Tercera”
- Diario “El Sur”
- Diario “El Cronista”
- Revista “Que pasa”
- Periódico “Desafío” (Coronel)
AGRADECIMIENTOS
Los autores quieren agradecer a todas aquellas personas que colaboraron de una u otra forma en la realización de esta obra: al alcalde de la ciudad René Carvajal Zúñiga; a Jaime A. Etchepare Jensen, director del departamento de Ciencias históricas y sociales; Lilian Montecino, José Montecino, Eugenia Muñoz, administradora del museo de Lota; señora María Ester Martínez, Luis Valdebenito Cartés, quien integró en sus comienzos esta investigación; por último de forma muy especial a Ximena A. Umaña García y Andrés D. Velásquez Rivera, parte de este libro también es de ellos, pues, sin su ayuda no hubiese sido posible este trabajo.